CRÓNICA DE UN FINAL APASIONANTE por Ángel Ruiz

Pretendía evitar que no asomara en estas letras la pasión macarena que recorre mis venas, pero ya lo ven, no he podido evitar nombrarla en la primera línea de esta intervención.

Seguro que ustedes, tanto como yo, pierden el sentido por una cara de mujer, con variados rostrillos, eterna corona de Reina, mantos lisos o bordados, penitentes, vivas, palmas, piropos y promesas. Entre cofrades queda la cosa, yo macareno y ustedes; ¿de quién?

Y es que todos somos de alguna, en realidad de la misma, la de todos; la Jefa, la Reina, la SeñoraLa que manda, vaya.

Por esa precisa devoción a la Esperanza me han preguntado mil veces a lo largo de mi corta historia, que por qué la llevamos con tanto escándalo siendo días de penitencia y recogimiento, dicen. Que no lo entienden, dicen. Que no sabemos acompañar su dolor sin ser folclóricos, dicen. Pobres, pienso yo.

Respecto a esto, expongo mi tesis. De todos es sabido que la Semana Santa, como casi todo en esta vida, va por modas. Pues voy a usar algo de moda, algo que todos los que andamos por las redes vemos día tras día; sí, los spoilers.

Los spoilers son una fuente inagotable de información que deseamos evitar a toda costa con tal de que no nos destripen nuestra serie favorita, el libro que estamos leyendo o la historia que nos apasiona. Es que, según nosotros, una historia deja de tener atractivo cuando ya conocemos el final. Ya les digo yo que no.

Confío en que la mayoría de los que lean estas líneas sean apasionados de Jesús de Nazaret como yo me considero, también confío en que los que no lo sean todavía encuentren aquí un motivo más para acercarse a serlo.

Fíjense, cada Semana Santa salimos a la calle a contar una historia cuyo final conocemos hace 2000 años y seguro que para ustedes, igual que para mí, no ha perdido en absoluto su atractivo. Cada primavera andamos mostrando esa crónica de un final apasionante del que cada año nos enamoramos perdidamente y medimos los días para volver a contarlo. De nuestra pasión, nace nuestra gloria; nuestras glorias. Si no supiéramos de antemano lo que pasa la noche de Pascua, no saldríamos un Jueves Santo a contar lo que pasó un poco antes. Es así, somos humanos.

Qué misión tan grande, los cofrades somos los que sentamos los antecedentes del mayor misterio de la fe, la Resurrección. Y cuando llega ese Domingo de felicidad… todo vuelve a tener sentido.

De ese sentido, sabido por los cofrades desde el Domingo de Ramos, nace el bailar a la Madre, el escándalo. Es un precioso “tranquila, que al final acaba todo bien”. Y es tanta la alegría que cuando acaba, con María a la calle, otra vez. Y las que hagan falta.

Esto son las glorias, el resultado de la historia, la alegría de María vestida ya de blanco que ha visto a su Hijo vivo.

¿Lo veremos nosotros también subido a un paso en Madrid? Disculpen el inciso, pero se me antoja de suma importancia.

Me reitero en el canto a la alegría de la Pascua. En ocasiones pecamos de restarle importancia, que no sea así. Necesitamos vibrar los cuarenta días, soñar lo que soñaban los apóstoles encabezados por María. Llenarnos y llenar.

Es por esto que la Pascua también es tiempo de salir a la calle, llenemos las procesiones de alabanza de público, gritemos todavía más y, parafraseando a un grande: “hagamos lío”.

Gracias por permitirme hablar de resucitar, algo que a todos nos hace falta año tras año.

Si mi debilidad nace por la Esperanza impregnada de un verde macareno, continúa por el Dulce Nombre. Qué importante es utilizar simplemente María para referirnos a la Señora. María, como la llamaban en Nazaret, como la consolaban al pie de la cruz. Solo María.

Es por ello que de nosotros nace fomentar la devoción a Su nombre; por ello, y para cerrar mi intervención, quiero invitarles a un acto muy especial para mí. Lo celebraremos en Robledo de Chavela el próximo 18 de mayo, será una ponencia sobre la restauración de Ntra. Sra. del Dulce Nombre de María de la Antigua, mi Hermandad gloriosa, además de la presentación de su nueva Salve. De corazón les espero para que compartan con nosotros un momento tan especial lleno a rebosar de esa alegría de la Pascua de la que les hablaba.

Me despido agradecido por poder plasmar mis pensamientos en esta página una vez más y deseándoles que continúen vibrando con la Pascua.

Ángel Ruiz.

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