D. JUAN JOSÉ GRANIZO CASTILLO Y EL PRIMER DOMINGO DE SEPTIEMBRE

  «Primer domingo de septiembre».

  Para cualquiera de nosotros, esta frase no pasaría por ser más que una mención al último día de vacaciones con el retorno a la actividad cotidiana tras el estío.

  Sin embargo, para muchos de los habitantes del madrileño pueblo de Pozuelo de Alarcón es el día más especial del año. El pueblo bulle con emoción y gran algarabía ante su día grande. Hoy se celebra la fiesta en honor a su patrona y alcaldesa de la villa, Nuestra Señora de la Consolación Coronada. 

  Es más que habitual que en esta web aparezcan publicaciones relacionadas con Pozuelo de Alarcón, fundamentadas en la gran amistad que me une con un buen puñado de pozueleños. No podía retomar la actividad de mejor manera en este nuevo curso cofrade, siendo hoy un día tan especial para Pozuelo, que hablando de uno de sus habitantes más significados. Hoy traigo a esta web, una pequeña semblanza de  D. Juan José Granizo Castillo, quien a día de hoy y desde 2002, es el Presidente de la Congregación de Ntra. Sra. de la Consolación Coronada de Pozuelo de Alarcón.

  Aunque sea a modo de iceberg, ya que necesitaríamos miles de páginas para engrosar su figura y sus años de trabajo, he pedido a personas cercanas a Juan que nos hagan una semblanza sobre su persona y podamos conocer un poco de cerca a este hombre, bueno y afable que ha dado tanto a su congregación.

  Juan, ahora que parece que «te retiras», vayan estas líneas como un humilde reconocimiento.

Carlos Elipe Pérez

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  Juan José Granizo Castillo.

  Nació en Galapagar por motivo de la guerra civil, donde su familia estaba evacuada, ya que residían en Pozuelo de Alarcón que se había convertido en zona de batalla. 

  Nació en una trinchera al lado de la vieja carretera de la Coruña, en los últimos días de la guerra cuando el frente de Madrid se empezaba a derrumbar. 

  Ha vivido siempre en Pozuelo. Se bautizó con todos los niños nacidos en la guerra en la parroquia del pueblo, donde se casó en 1965.

  Es hijo de Elisa Castillo, camarera mayor de la Virgen de la Consolación desde junio de 1948 hasta su muerte en junio de 1975.

  Hasta los primeros años 90, el ropero de la Virgen se guardaba en su casa, en un gran armario de madera, pintado de minio naranja para evitar la carcoma. El hermano de Elisa, su tío Manuel, el “tío Manolo” para todos, era un manitas y un buen bordador que realizó junto con su hermana buena parte del ajuar del que dispuso la Virgen en esos años de la postguerra en los que se había perdido todo el patrimonio material de la Congregación, incluyendo la propia imagen de la Patrona y más tarde alcaldesa (desde 1958) de Pozuelo de Alarcón.

  Entró en la junta directiva casi de casualidad.

  Como Elisa falleció en junio 1975, por esas fechas se la hacía una Misa por su alma, y en una ocasión, coincidió con la Asamblea General de la Congregación, dándose la circunstancia de que solo estaba presente el presidente Luis Morales. 

  El caso es que salió de allí siendo tesorero. Eran los primeros 80. Fueron los años de plomo de las hermandades de Madrid, fuertemente castigadas en sus bases y principios sociales.  

  Dado el mal estado de la capilla donde se guardaba la imagen se decidió acometer una obra de consolidación y mejora de la misma, que culminó en 1991, pasando a ser Vicepresidente. 

  Luego se remozaron las viejas andas procesionales de 1958 y se mejoró y reforzó el bordado del manto de procesionar de la Virgen.  

  En 1996 se iniciaron los trabajos para la Coronación Canónica de la Virgen de la Consolación, auténtico revulsivo para la Congregación, hecho que tuvo lugar en 1998. 

  En 1999 se adquirió un local muy cercano a la capilla como sede social y en ese año, también se puso en la capilla un retablo de estilo neobarroco, culminando la ejecución de la misma. 

  Tras Javier Ulecia, Juan se hizo cargo de la presidencia  en 2002. 

  En estos años se ha cuajado el proyecto de la Congregación, haciendo frente a un importante deterioro del casco histórico de Pozuelo, en lo material y en lo social. 

  Se han ampliado los cultos, con la inclusión de la Candelaria, besamanos,  la construcción de un belén monumental en la sede social, todo un clásico de la navidad pozuelera a estas alturas, se han adquirido nuevas andas y se ha producido un gran aumento del patrimonio material de la Congregación con la adquisición de cirios, faroles, insignias, nuevos mantos y sayas…

  El estilo de Juan ha sido trabajo y humildad.   Muchas de las obras y mejoras que se han hecho  en este tiempo han sido físicamente realizadas por él.

   Siempre ha sido el primero a la hora de hacer, desde poner platos hasta vender lotería.

  De carácter tranquilo ha sido capaz de capear las muchas tormentas que se crean en el ámbito de una cofradía siempre desde la calma, el dialogo y un intento de empatizar con todos los puntos de vista y todas las sensibilidades.  

Juanjo Granizo.

1992. Ntra. Sra. de la Consolación.

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  No nací en Pozuelo porque entonces no había hospitales aquí, pero desde que me llevaron a casa al tercer día y salvo cuatro meses que por trabajo residí en Sevilla, toda mi vida la he pasado en este pueblo en el que el apellido Granizo es toda una institución, hasta el punto de que son numerosas las calles dedicadas a miembros de esta familia.

  Durante algún tiempo vi pasar la procesión en las fiestas patronales con Juan al mando, hasta que hace más de treinta años, por una promesa, me convertí en andero de la Virgen de la Consolación y Juan en mi capataz. En ese momento se formó en mi mente una sociedad indisoluble entre Juan Granizo y la Congregación de Nuestra Señora de la Consolación, de tal manera, que me resulta imposible pensar en uno sin relacionarlo automáticamente con la otra, y viceversa.

  Y es que Juan ha dedicado su vida a la Congregación, sirviendo para un roto y un descosido, y con sólo oírle hablar se le nota, sobre todo cuando la ocasión le obliga como presidente a decir unas palabras y la voz casi se le quiebra de emoción. Palabras siempre llenas de respeto y devoción.

  Es una persona afable y humilde que te transmite su auténtica bonhomía, sin menoscabo de un firme y recto carácter que le impide, gracias a Dios, caer en la cursilería de lo políticamente correcto que nos invade últimamente. ¡Vamos, que no se anda con chiquitas si tiene que corregirte! Y mucho más si considera que puede resultar perjudicada la Congregación.

  Juan puede estar muy orgulloso de su labor al frente de nuestra hermandad y para mí, es todo un honor poder aportar mi granito de arena en esta última junta directiva de las muchas que ha presidido. Le pido de corazón a Nuestra Señora que interceda ante Dios para que nos lo conserve por muchos años más. Ella bien sabe cuan necesario es.

¡¡¡Viva la Virgen de la Consolación!!!

Jesús M. Díaz Trapero
Andero y Tesorero de la Congregación de Ntra. Sra. de la Consolación Coronada de Pozuelo de Alarcón.

 

 

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  Dios proveerá…

  Es la máxima que nos ha inculcado a todos los que junto a él hemos navegado en esa embarcación. Cuando cayó en sus manos no era más que una barca olvidada en un puerto que había sufrido un temporal de abandono, dadas las circunstancias que en nuestro país y de Pozuelo durante el primer tercio del siglo XX, y que ahora podría catalogarse como el buque insignia de toda la flota pozuelera, Nuestra Señora de la Consolación. 

   No todo comenzó con Juan, pero si entorno a él, su familia se dedicaba al cuidado del mayor tesoro que Pozuelo pudo recuperar tras la Guerra Civil Española. Según cuentan sus parientes, ellos junto a otros pozueleros de la época, fueron los que encargaron al imaginero Víctor González Gil la hechura de la talla de Nuestra Madre. Un tío de Juan, Manolo Castillo, fue el encargado durante mucho años de vestir y adecuar la imagen y su paso procesional. Elisa Castillo, la madre de Juan tenía reservada una habitación de su casa para guardar el ajuar de la Virgen, que fue creciendo y creciendo gracias a la aguja y a la maña de su tío Manolo.   

   Cuando junto a otros pozueleros tomó las riendas de la Congregación partieron prácticamente de los cimientos, Juan arregló el techo de la capilla, colaboró en la compra de nuestra sede social, participó en el encargo del retablo, colocó el baldosín a la espalda de la iglesia, construyó el ropero de la Virgen, encargó nuestro actual paso procesional… y un largo etcétera, que como miembro de junta durante más de cuarenta años ha propiciado el crecimiento de nuestra entidad. 

  Vista está trayectoria, desde el punto de vista de alguien que no le conozca, rápidamente ha de darse cuenta del valor humano y moral que hay que tener para poder hacer todo esto. Ese es su mayor tesoro, su templanza, sus dotes de mando, su cariño hacia los demás y sobre todo su incondicional amor a Nuestra Señora… Se palpa si estás junto a él cuando la mira; se quieren, se entienden, Ella le protege a él y el vivirá, lo que Ella quiera, para seguir protegiéndola, para seguir cuidándola y para seguir haciéndola feliz. Y que mejor manera de hacerla feliz que cuidar de su casa y de sus hijos, de esa congregación que Juan capitanea y que es y seguirá siendo una parte fundamental en su vida.

  Espero Juan que si lees estas palabras, notes en ellas mi admiración y agradecimiento por todo lo que me has conseguido, por todo lo que me has enseñado, por lo que te queda por seguir enseñándome, aunque ya sabes que mi tozudez no tiene límites…

  Pero tranquilo que Dios proveerá. 

Pablo Martín del Viejo.

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