Se fueron deshojando días del calendario y, cuando apenas faltaban unas pocas hojas por arrancar, la ilusión se esfumó… en la Semana Santa del año 2020 no habrá procesiones en las calles de España… poco a poco comenzó a tomar la decisión ciudad tras ciudad hasta completar todo el ámbito cofrade… Se creó un revuelo general que hasta en algunos ámbitos ajenos a la cofradías se tildaba de banal, llegándose incluso a escuchar que los cofrades son unos histéricos, situación que muchos no entienden por desconocimiento de éste nuestro mundo de Hermandades. Pero, dejando a un lado esos comentarios, quisiera centrarme en la situación “desoladora” que esta decisión está suponiendo para el corazón del cofrade, pues como dice esa maravillosa frase “solo entiende mi Locura quién comparte mi Pasión”.
Así pues, el corazón del cofrade se ha quedado vacío. Un corazón que se ha llevado un año esperando ver las Imágenes de su devoción hacer Estación de Penitencia, dando público testimonio de Fe y cumpliendo con las reglas de la Hermandad de celebrar el más importante Culto Externo. Y no nos podemos quedar sólo ahí, pues hay muchas Hermandades que han visto truncada también la celebración sus Cultos Internos: Triduos, Quinarios, Septenarios, Novenas, besamanos, besapiés… e incluso que se han quedado, en esta paralización del país, con los altares preparados con sus Imágenes Titulares presidiéndolos.
El corazón del cofrade se ha quedado vacío en el ecuador de la Cuaresma, cuando estábamos preparando con ilusión la salida de la cofradía: repartiendo las papeletas de sitio, prácticamente limpia la plata, los priostes organizando el exorno floral de los pasos con los floristas, las camareras arreglando con cariño la ropa de la Virgen, la cera casi lista en las cererías para empezar a repartirla por las distintas Hermandades, las marchas ensayadas por los músicos… en definitiva el trabajo de todo un año de dedicación a la Hermandad que se intensifica estos días.
Y llegados a este punto, me voy a permitir la licencia de intentar explicar algo muy difícil: cómo se siente el corazón de esta cofrade… Sinceramente, dada la difícil situación que no sólo atraviesa España sino el mundo por el Covid19, he de confesar que el asunto de la suspensión de las procesiones, para mí, ha quedado en un segundo plano debido a la situación sanitaria del país y las consecuencias que van a derivarse a todos los niveles de la sociedad; por lo que mi espíritu cristiano se centra en pedir a Dios, sobre todo a través de la Gran Mediadora, María Santísima, que se controle lo antes posible esta pandemia, que haya cada vez menos contagiados y que los que caigan enfermos se curen, para que cuando llegue la próxima primavera estemos todos.
Sin embargo, el hecho de que, como he dicho, haya quedado en un segundo plano, no quiere decir que mi corazón cofrade no sufra porque no voy a poder ver a mis Devociones pasear por las calles de mi Sevilla. Pero quiero y deseo no verlas, sentirlas sólo en mi corazón. Querer lo no querido, la razón de la sin razón, por el bien de la Humanidad.

Mi corazón se ha quedado huérfano de vivencias esta Cuaresma. Echa de menos entrar en el Patio de los Naranjos de la Iglesia Colegial del Divino Salvador, cruzarlo y subir esa escalera que acerca más al Cielo, entrar en la Capilla Sacramental donde se encuentran el Señor de Pasión y Nuestra Madre y Señora de la Merced, para, tras arrodillarse ante el Sagrario y rezar, coger un trapo, el limpiaplata y limpiar respiraderos, varales, criales… mi corazón echa de menos la convivencia con los hermanos… esos momentos que son vida de Hermandad… el montaje del paso de palio de Nuestra Madre… mi corazón está vacío. Y, sobre todo, echa de menos, poder estar ante el Señor y la Virgen, mirarlos y hablarles, pues el cofrade, ahora reza a sus Devociones a través de sus estampas.
Al corazón del cofrade, que late con más intensidad estos días, lo han parado de golpe… es como si hubiera dejado de palpitar… y, sin embargo, está más sensible, pues aún no han llegado los días de Semana Santa y ya vive de sus recuerdos… y llora… recuerda y llora… se siente sólo y vacío. Llora desconsoladamente porque sabe que, en Jaén, el Cristo de la Buena Muerte no cruzará el dintel de puerta de la Catedral, que en Madrid, la Virgen de las Angustias no consolará a los gitanos el Miércoles Santo o que en Córdoba la Virgen de los Dolores no pisará el suelo de la Mezquita-Catedral… y podría contar miles y miles de momentos, instantes y sensaciones que sabe que no va a añadir a sus recuerdos… que sabe que este año no vivirá… y llora.
A mi corazón le tengo que explicar que este Domingo de Ramos no caminará junto al Señor de la Victoria por el barrio del Porvenir. No verá como el sol traspasa el palio de malla de María Santísima de la Paz, iluminando su bello rostro, mientras suena la marcha que lleva Su Nombre; y que este año hace 50 años que D. Pedro Morales compusiera, convirtiéndose en el sonido que anuncia el inicio de la Semana Grande… que ese Domingo esperado no verá a sus Titulares en el Parque de María Luisa, aunque este año lo necesite más que nunca… ¿Cómo explicarle que su Virgen de la Salud, en su paso de palio, no consolará al enfermo o que su Esperanza de Triana no “roneará” por Sevilla?
¿Cómo le explico a mi corazón que este año nos han robado la primavera? Se me antoja tarea casi imposible pues llegará el Jueves Santo y llorará desconsoladamente a la hora en la que se va durmiendo el sol y no se abran las puertas de la Iglesia del Salvador, cuando llegado el momento en el que la Cruz de Guía debía estar apostada en la puerta, ésta esté cerrada y la Plaza vacía… mi corazón soñará… yo cerraré mis ojos y soñaré con él… y sentiremos juntos el nerviosismo y la ilusión de mis hermanos que empiezan a salir a la calle, los que visten túnica, los monaguillos, los acólitos, todos… recordaremos como sonaba hace un año, interpretada a violín, la marcha “Margot” mientras se levantaba el paso de palio de Nuestra Madre y Señora de la Merced en el interior del Templo… mis ojos la verán, oiré el sonar de sus varales, el ranchear de sus costaleros, mi corazón sentirá el orgullo mercedario de verla bajar la rampa… Sentirá que escucha el Ave Maria de Caccini que le están rezando a su Virgen, mientras va llegando al dintel de la puerta tras el cual la gente espera para ver el señorío y la elegancia de Sevilla bajo palio… el corazón soñará ver los inmensos ojos de una Virgen que suspende el tiempo en el dialogo con San Juan… y anhelará mirarse en el mirar de la Madre… y llorará de dolor y de alegría, pues sólo serán recuerdos pero agradecerá tenerlos, aferrarse a ellos…

¿Cómo le explico a mi corazón cofrade que Ella no estará ese Jueves anhelado presidiendo su paso de palio? Tal vez, ese día, mi corazón vacío encuentre consuelo al mirar los ojos de la Virgen a través de una estampa y quizás sonría al sentir que esos ojos están consolando en los hospitales, casas, prisiones, trabajos… que la mirada de la Madre está puesta en los hijos que, este año, realizan su Estación de Penitencia de una manera muy distinta… Sí, mi corazón sonreirá porque el Jueves Santo, el día del Amor Fraterno, todos estaremos siendo las manos del Señor ayudándonos unos a otros.
Sí, las Manos del Señor que espera en el Sagrario… y recordaré cada día frente a Él en su capilla, y suspiraré, y la emoción embargará mi corazón lloroso por no poder verlo caminar en su altar de plata… y, aún en esa zozobra, me sentiré eternamente agradecida porque allá donde camine mi Señor de Pasión caminaré yo, pues cada día de mi vida me sostiene en Sus Manos… y le pediré que todos volvamos a estar en Su Presencia, que nadie se quede atrás… y rezaré… Quizás porque esa sea la única manera para que mi corazón cofrade entienda que esta primavera no habrá procesiones… que la vivencia de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús la va a vivir de una manera más íntima… y mi corazón dejará de estar vacío al celebrar, como cada año, que Jesús ha resucitado.
Y, en la Pascua de la Resurrección, mi corazón cofrade comenzará de nuevo a deshojar el calendario esperando la próxima primavera y seguirá caminando tras los pasos de su Señor de Pasión.
Elena del Rocío Romero Peralta
Cuaresma 2020

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