LLEGÁIS DONDE NADIE MÁS PUEDE LLEGAR por Juanjo Granizo

  Se acaba junio. Empieza ese tiempo de relativa placidez del estío y me gustaría escribir, antes de que se pierda en el olvido, a las puertas del Corpus, de la jornada de religiosidad popular que ha organizado el Obispado de Madrid dentro del año jubilar proclamado con motivo de la consagración de nuestra catedral.

  Pero tengo que empezar por el principio, porque desde Semana Santa quería contar un hecho que me sorprendió gratamente.

  Como todos sabemos, porque lo hemos padecido, en esta Semana Santa, Madrid ha sido bendecida por el Señor con la necesaria y bondadosa lluvia, con lo que muchas de las procesiones de la ciudad se suspendieron o trastocaron seriamente.

  El Jueves Santo, encerrados en San Pedro el Viejo con la Hermandad del Pobre y dándole vueltas al “plan B: que si no salimos, que si nos quedamos, que si nos asomamos…” justo en ese momento de tribulación para Juntas de Gobierno y hermanos, apareció nuestro obispo, Don Carlos Osoro.

  Se subió al altar, y entre los músicos de la Lira de Pozuelo que estaban allí apiñados interpretando lo mejor del repertorio, dirigió unas palabras de consuelo y apoyo a todos.

  Creo que Don Carlos lo bordó. Recalcó la importancia de nuestras estaciones de penitencia: llegáis donde nadie más puede llegar”…”no estéis tristes, os está esperando una muchedumbre a pesar de la lluvia fueron algunas de sus palabras.

Al día siguiente se repitió la misma escena en la Basílica de Jesús de Medinaceli.

No me lo podía creer. Como a veces me puede el entusiasmo pregunté a los de mí alrededor y todos coincidieron conmigo en apreciar el gesto de nuestro pastor.

Pocos días después, vi la publicidad del I Encuentro Diocesano de Piedad Popular al que todos fuimos convocados en la catedral el 1 de junio. Me encajaba en el espíritu de lo escuchado de Don Carlos con mis propios oídos.

Aunque en Semana Santa ya estaría programado, yo me enteré tarde y me había comprometido para asistir a la Coronación Pontificia de la Virgen de Consolación de Valdepeñas ese día, de manera que escribo de lo que me han contado.

Y bien, aunque le podremos poner peros a la jornada, como a todo en este mundo, en sí misma, la idea me parece excelente. Eso sí, no hubo mucha respuesta por parte de las hermandades.

No he leído nada sobre las intenciones del Obispado. No sé si se trata de un acto único con motivo del año jubilar, o si piensan darle continuidad.

Pero, con el corazón en la mano, me ha llenado de ilusión ver juntas a la hermandades haciendo algo todas a la vez con nuestro obispo. Aunque solo fueran unas pocas, pero juntas.

Pero por emotivo que resulte este encuentro, es solo un día.

Es necesario algo más.

Hay un largo camino que recorrer para poner en marcha a las hermandades de Madrid. Para ponerlas en marcha, por el mismo camino y en el mismo sentido, aunque cada una lo haga a su velocidad.

Pero ¿es necesario que las hermandades de la diócesis se organicen de alguna manera…? ¿Es necesario que nos subamos todos a esa carreta?

Llevo tiempo diciendo en esta columna que para el tamaño de Madrid y con la práctica religiosa que hay en esta Comunidad, somos muy pocas las hermandades y que éstas son muy cortitas en número de hermanos… y que el ambiente ahí fuera es cuando menos indiferente cuando no hostil. A veces, incluso, dentro de la propia Iglesia.

 

Hay numerosos ejemplos de asociaciones civiles, desde clubes deportivos, bandas de música, asociaciones de belenistas, gigantes y cabezudos….que obtienen un considerable beneficio de unirse en federaciones, pero para ello, esa federación debe ser operativa, proporcionar algún valor añadido a las entidades asociadas.

Y ya que he puesto de ejemplo la carreta y si me aceptan la analogía rociera, de esa carreta debe tirar la Iglesia, nuestro obispado, ya que las hermandades son asociaciones de laicos dentro de la Iglesia. Y por supuesto, las hermandades de la diócesis deben, tienen la obligación moral, de empujar la carreta en la medida de sus posibilidades.

Hubo un tiempo en que el Consejo de Hermandades cumplía esa misión y cuando empezamos a impulsar desde La Banda de Música La Lira de Pozuelo la idea de hacer un gran concierto de marchas de procesión en Madrid fue el Consejo el que nos recibió. De las primeras gestiones me encargué en persona y doy fe de ello.

Pero voy a ser más claro: El obispado debe tener – de verdad – un ente operativo, que apoye a las hermandades con los plazos que están necesitan, en aquellas cuestiones en las que el Obispado es imprescindible o en las que puede proporcionar una importante ayuda. Asuntos legales y económicos, por ejemplo, pero hay más…orientación pastoral, formación, liturgia, acción social…

Y las hermandades deben prestar, recíprocamente, una lealtad y apoyo incondicionales a su cabeza visible. Demostrar públicamente la comunión con su pastor y eso se ve, visiblemente por ejemplo, en la organización y participación en actos y proyectos comunes.

Hay que ponerse a ello: en la calle Bailén y en todas y cada una de nuestras hermandades. Creo que muchos congregantes, hermanos y cofrades llevamos mucho tiempo pensando que ello podría ser muy beneficioso para nuestra Iglesia y para nuestro débil tejido cofrade.

Juanjo Granizo.

 

P.D.: Todas las imágenes de este artículo has sido obtenidas de www.archimadrid.es, de la galería publicada por la citada web informando del Primer Encuentro Diocesano de Piedad Popular y son obra de D. Jose Luis Bonaño.

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