MERCED por Elena del Rocío Romero Peralta

 

A mi amigo y hermano Juan Carlos Ramos García

 

     Esta historia comienza en el año 1203 en un tiempo en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible y muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado.

     En esta época vivió Pedro Nolasco, que era comerciante y decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Y así, con este espíritu de ayuda al prójimo inicia en Valencia la redención de cautivos, ayudando con su propio patrimonio a 300 cristianos apresados por los árabes y constituye un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones, contando con que su condición de comerciantes les facilitaba la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero formaron cofradías para recaudar la «limosna para los cautivos», pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto, entrando pues en una etapa de reflexión y oración profunda en la que pide ayuda a Dios y, como signo de la Misericordia Divina, la Virgen le dijo que fundara una congregación liberadora.

     Así, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 María Santísima se apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió sus corazones y Pedro Nolasco comenzó a formalizar el trabajo que él y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro y le revela su deseo de ser liberadora a través de una Orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes expuestos a perder la fe, iniciándose el camino de la Orden Mercedaria para la redención de los cautivos, camino que llega hasta nuestros días guiados bajo la protección de Nuestra Madre y Señora de la Merced.

Aparición de la Virgen de la Merced a S. Pedro Nolasco. Alonso del Arco, 1682. Museo del Prado

 

     La Virgen de la Merced es una de las advocaciones marianas más universales de la Virgen María. El significado del título «Merced» es ante todo «Misericordia». La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a Ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.

     La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano. El año 1696 el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.

     La Orden Mercedaria lleva más de 800 años redimiendo a los Cautivos, siendo fuente de misericordia para con ellos en los avatares de cada época de la Historia desde aquel mes de agosto de 1218. La labor de la Orden sirve de inspiración para que la Virgen de la Merced fuera declarada Patrona de Prisiones por Orden de 27 de abril de 1939 en la que se hace constar lo siguiente: “La redención de cautivos, una de las más ilustres tradiciones misioneras de España, siete veces secular, nació por inspiración maravillosa de San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort y el rey don Jaime el Conquistador, bajo el amparo de Nuestra Señora de la Merced. El mismo rey don Jaime primer adalid de nuestras empresas marítimas de evangelización y conquista impuso en Barcelona en 1218 a Pedro Nolasco el hábito militar y el escapulario Mariano, que dos siglos más tarde, en 1492, por extraordinaria coincidencia, se había de llevar consigo el mercedario fray Juan Infante, capellán de la primera expedición descubridora de América”.

Detalle de la mano de Ntra. Madre y Sra. de la Merced

     Así pues desde el año 1939 la Virgen de la Merced es Patrona de Instituciones Penitenciarias de España, celebrándose cada 24 de septiembre su festividad… y hoy es 24 de septiembre… y déjame que te cuente que la advocación de la Merced lleva conmigo toda mi vida, aún sin yo saberlo, el espíritu mercedario ha guiado mi caminar desde que daba mis primeros pasos, pero yo no lo sabía… algo en mi interior iba creciendo a la vez que me iba realizando como persona en la que siempre miraba al prójimo, siempre dentro de mí un deseo de ayudar sin recibir, bueno, para no mentir, siempre ha llenado mi alma de gozo recibir la sonrisa de la otra persona al simplemente darle lo que está en mi mano… Todos estos sentimientos e inquietudes internas recibieron un nombre una fría tarde de invierno, el 12 de enero de 2018, año en que se celebraban los 800 años de la fundación de la Orden Mercedaria por San Pedro Nolasco… con Dios nunca existen las casualidades…

     Esa tarde descubrí el nombre de mis sentimientos y mis ojos dieron forma a ese mismo nombre cuando arrodillada me santigüé ante la Imagen de Nuestra Madre y Señora de la Merced de la Archicofradía Sacramental de Pasión de la Ciudad de Sevilla. Cuando vi en sus siete lágrimas, sus Siete Dolores por su Hijo, pero también por todos esos cautivos, también hijos suyos, y que necesitan tanto de la misericordia de Dios. Esa tarde descubrí que Ella mostraba un camino nuevo en mi vida que era el culmen de una inquietud pasada, pues me mostraba la luz para llevar Su Nombre a cada preso, a cada cautivo, a cada persona que necesita el consuelo de una Madre… y comencé a ser un instrumento de Dios para llevar su Nombre y su Misericordia.

Ntra. Madre y Sra. de la Merced. Cuaresma 2021

     Ese 12 de enero comencé mi labor incorporándome al Proyecto de “Abogados de la Merced” de la Archicofradía. Proyecto que comenzó su andadura ese mismo año en la conmemoración de los 800 años de la Fundación de la Orden Mercedaria y en el que ayudamos a los internos de los Centros Penitenciarios a nivel jurídico, dándoles asistencia y escucha, ayudándolos a su reinserción social y laboral prestándoles las herramientas necesarias para que salgan adelante en esa segunda oportunidad que les da la sociedad. Vamos a las cárceles para ayudarlos en lo que necesiten ellos y sus familias, vamos a las cárceles llenos de misericordia.

     Esta labor misionera y mercedaria me hizo unirme a la Asociación para la Reinserción Social “Zaqueo”, la cual conocí al comenzar a trabajar en “Abogados de la Merced”, en la colaboración estrecha que ambas instituciones mantienen. Conocí el proyecto de “Casa Abierta” y comencé a compartir momentos y vivencias con los internos que se encuentran en ella durante los permisos de salida de la cárcel. He encontrado personas llenas de ganas de vivir y con miedo a ser aceptados que me decían que les pidiera a mi Virgen por ellos porque a mi seguro me escuchaba, pero estoy completamente segura que con esa petición mi Madre ya los cubría bajo su manto, pues es una hermosa manera de rezar.

     Déjame que te diga que para mi ser Abogada de la Merced y formar parte de la Junta Directiva de Zaqueo es un inmenso privilegio, hasta tal punto que, a veces, cuando me pongo delante de mi Madre de la Merced en la soledad de la Capilla, le pregunto qué porqué fui escogida para esta labor, porqué sus ojos se fijaron en mi para llevar consuelo a los cautivos, porqué me deja ser el instrumento para llevar Sus Manos a los más necesitados… y no hallo la respuesta, pero encuentro un enorme consuelo y cobijo cuando me reflejo en los oscuros ojos de mi Madre y mi alma sonríe al sentirla cerca, lloro y le digo : “Sólo Tú lo sabes”, me persigno y al llegar a la puerta me vuelvo, la miro y sonrío. 

     Sólo Ella lo sabe, únicamente Ella sabe porqué ha estado siempre guiando mis pasos y porqué tenia que ser justamente esa tarde de enero la que entrara en mi corazón para convertirse en mi asidero, consuelo, refugio, sentimiento… para convertirse en mi todo, en Mi Madre… esa Madre que llevas a gala en el corazón y de la que presumes por su hermosura.

Ntra. Madre y Sra. de la Merced

     Y para terminar, déjame que te hable de Ella, déjame que te hable de Mi Madre, de Mi Virgen de la Merced. Ella siempre está en su altar, a la derecha del Señor de Pasión, en ese plano principal y secundario, aunque te confieso que yo siempre tras arrodillarme ante el Sagrario me giro hacia a Ella antes de hablar con Jesús pues lo necesito; lo primero es mirarme en su mirada, es refugiarme en su manto, es consolarme en sus lágrimas, es asirme a sus manos, es sonreír en su misericordia, es, simplemente, estar con Ella… Te podría decir más de mil alabanzas de Nuestra Madre y Señora de la Merced, podría hablarte de sus profundos ojos castaños en los que parece verse la inmensidad del universo, podría hablarte de la respiración que se atisba en el suspiro de su boca, de sus delicadas manos o se su porte señorial y elegante… Sí, podría hablarte de su belleza, se sus facciones perfectas, de esa nariz que parece la esculpiera un poeta y no un escultor… Pero déjame que te diga que ni en más de mil alabanzas entenderías lo que es Ella para mi, por primera vez en mi vida, no me salen las palabras para hablarte de Ella, no tengo calificativos para expresar lo que significa para mi Nuestra Madre y Señora de la Merced desde aquel 12 de enero… sólo puedo decirte que, desde ese preciso instante, Ella es mi Madre… Ella es mi manera de vivir y mi forma de sentir… Ella hace que sienta el orgullo de decir que “Soy Mercedaria” y llevar a gala el espíritu mercedario “Ser libres para liberar”.

Nuestra Madre y Señora de la Merced, ruega por nosotros

Elena del Rocío Romero Peralta

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