Vuelve a colaborar con en esta página web D. José María García Mateo, «Chema» para los amigos, quien ha sido en los últimos años el Diputado Mayor de Gobierno al frente de la Cofradía de la Virgen de la Estrella del Ensanche de Vallecas (Madrid).
Acúsenme de corporativismo; pasar por el cargo de Diputado Mayor de Gobierno es una manera muy especial de afrontar una vida cofrade.
Chema, de corazón muy agradecido.
MI CAPATAZ
Todos empezamos nuestro camino de Fe en la misma dirección: hacia Él, y de la misma manera: desde la Cruz; desde esa señal de la cruz que nos hicieron en el bautismo sin ser conscientes iniciando así nuestro camino como cristianos; o esa Cruz que llevábamos en nuestro pecho el día de nuestra Primera Comunión, del que guardamos tantos recuerdos entremezclados con la fe y los sentimientos. Esa Cruz, que, sin darnos cuenta, pasa a abrirnos el camino de la Fe. Esa es, aunque no lo sepamos, nuestra Cruz de Guía.
Así comenzamos a transportar esa Fe, que es Luz, y que vamos cuidando, transmitiendo con mimo para que no se nos apague. Conforme vamos avanzando, llegan rachas de viento que tratan de extinguirla; algunas son fuertes y hacen que se tambalee la llama, y otras probablemente tan fuertes que consigan apagarla…
¿Y ahora qué? Pues, con paciencia… verás esa llama que vienen a traerte de nuevo, veras llegar unos ojos encendidos, iluminados de nuevo por esa llama que perdiste, esos iris tras un antifaz por el que puedes hasta casi averiguar su identidad; En ese momento te das cuenta que tienes a tu lado una persona que te cuida, a ti, a tu Luz, a tu Fe, y procura que ésta permanezca encendida. Es así como reconoces a tu hermano Penitente.
Continúas caminando, intentando poner esa Fe en el centro de tu vida, como Estandarte. Portando la Fe así te das cuenta que es más complicado salirse del camino o perder la ilusión y el esfuerzo por seguir avanzando. Sabiendo que con ello conseguirás mantenerlo alto y firme durante mucho tiempo, hasta que te vuelvan a flaquear las fuerzas, o la tempestad impida que lo lleves recto. Entonces te relevará otro hermano Penitente.
Mientras sigues avanzando, vendrán seguro momentos complicados, piedras en el camino, cansancio, escollos que has de sobrepasar; perderás algunas de las personas que te acompañaron desde pequeñito, y ese trago no será fácil. Por eso, para poder superar cada situación y seguir creciendo, andando por nuestro camino de Fe, nos intentamos refugiar en la oración durante el luto, como se refugió en la oración Nuestra Madre con la muerte de su Hijo y así nos lo recuerdan las Mantillas.
Dicen, que si te centras en lo que dejas atrás, nunca podrás ver lo que tienes delante. Pues bien, cuando éramos unos críos, muchos de nosotros ayudábamos en el colegio como monaguillos. Ahora, andando nuestro camino de Fe, nos vuelve a pasar la idea de servir en los actos religiosos, no por inquietud, porque ya lo conocemos, sino para ayudar y participar en todo eso que ya nos es conocido. Ser Acólito significa servir, servir cuando hace falta; y para esta etapa también hemos tenido que prepararnos bien.
Una vez madurados, con mucho camino hecho, nos confiamos, sin la necesidad de mirarnos ni los pies, porque aunque no veamos donde pisamos, sabemos que vamos bien. Siempre de frente, sintiendo la música, viviendo cada paso, sintiendo cada esfuerzo, cada levantá, pudiendo llevar a Nuestra Madre a cada persona, a cada casa, a cada rincón del barrio, para que el brillo de esa Estrella ilumine a todos nuestras vidas.
Completos, nos dejemos guiar, como cuando un lazarillo le pone la mano en el hombro a un ciego para que, con su ayuda, no se pierda y vaya por el camino correcto… Como los Costaleros, que pase lo que pase van siempre de frente, a ciegas, fiándose de las indicaciones del capataz para completar el camino de la mejor manera.
Cada uno desde su vida, desde su puesto, con su papeleta de sitio, vive la Fe y la celebra al lado de los demás. Todos como comunidad en la vida, igual que en las procesiones, nos juntamos para celebrar una misma devoción, unos mismos valores, una misma Fe. Somos Iglesia que camina unida por el barrio el viernes de Dolores y en la vida cada día. Esto es lo que he podido aprender en estos últimos cinco años… que la vida de Hermandad no es más que la manifestación de aquello que como cristianos creemos, vivimos y celebramos. Ser cofrade y ser cristiano son una misma cosa, formar parte de la Hermandad es nuestra manera de profesar el Credo, es nuestra respuesta de amor a Aquel que nos amó primero.
Por todo esto, usando el pasado como un trampolín y no como un sofá y tras cinco años en una Junta de Gobierno, la mitad de Diputado de Juventud y la otra mitad de Diputado Mayor de Gobierno, he decidido volver a mis inicios, donde empecé, para seguir mi camino una vez madurado. Ya he encontrado mi Papeleta de sitio, volveré a fajarme y a hacerme el costal de rodillas, llevaré a mi Madre a todos lados siguiendo sus indicaciones, las de su Hijo, Él será Mi Capataz.
Es momento para agradecer a todas las personas que me han ayudado a crecer en este camino, mi camino. Gracias al equipo de Diputados de Tramo porque juntos hemos podido coordinar a cientos de personas, a las Juntas de Gobierno a las que he pertenecido, a todos los hermanos, así como a los Discípulos de los Corazones de Jesús y María, en especial a los párrocos que han sido Directores Espirituales de la Hermandad y a todas las personas que me han acompañado en este camino.
Gracias a ustedes, que leen este artículo. Gracias a las hermandades y cofradías que me han permitido compartir con ellos mi devoción a María, bajo las advocaciones de la Estrella, Esperanza Macarena, Rocío y Angustias, por haberme servido de guía en el camino, y por ayudarme a seguir creciendo y caminando para llegar a Su Hijo, Cristo de la Noche Oscura, Remedios, Gran Poder y Salud.
No me olvido en estas líneas de amigos que he conseguido por el camino, gracias, por enseñarme a ver las cosas desde otra perspectiva, disfrutarlas viendo las expresiones de la gente, sus emociones, cada detalle, cada momento, a dejarme llevar por el corazón para estas cosas… Y por último, gracias a mi familia por inculcarme esta manera de vivir el cristianismo así como a mis abuelos, al igual que muchos de los de ustedes, pues seguirán siendo estrellas que brillen desde el cielo.
Gracias al Señor y gracias a la Virgen por el regalo de la vida y por el don de la fe, por la experiencia vivida y por cuidarme cada día; Él mi Capataz, ella mi Estrella, que me guarden y me protejan para que mi fe navegue firme el resto de mi vida y llegue a buen puerto por la Misericordia y la Gracia de Dios y la Intercesión de María.
Chema Garcia Mateo
Hermano de la Hermandad de la Estrella de Madrid
Todas los fotos: @Comunihdad – www.comunihdad.es