SIEMPRE CAMINARÁN JUNTAS por Amelia Peralta Prieto

Foto de portada: Victoriano J. Peralta Prieto

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        Amanecía un precioso día de sol aunque el aire era todavía fresco. Le pesaban las piernas y la factura de los años caía sobre su espalda, pero era tanta la ilusión que la llenaba, que lograría vencer las dificultades para llevar a cabo su deseada tarea.

       Tras arreglarse y contemplar una vez más el día a través de los cristales encaminó sus pasos a ese lugar donde se alza una de las más grandes obras del Renacimiento. Y allí estaba, delante de la catedral que guardaba sus queridas Imágenes y con las que se iba a encontrar.

      En este instante el tiempo se detuvo y su mente comenzó a volar recordando tantos Miércoles Santos de túnicas blancas en su casa. Cobraron en ese momento especial importancia, aquellos que eran cofrades de esa querida Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de las Angustias, pues aunque todos eran devotos, sólo su marido y sus hijos Victoriano y Elena de la Paz eran hermanos. Cayeron algunas lágrimas por sus mejillas, sobre todo, al recordar cuando recogía en una trenza la preciosa melena rubia de su hija, antes de que se cubriera con el antifaz. Esa hija, ese ángel que Dios se llevó con Él, con unos preciosos trece años.

        Pero volvamos a lo que nos ocupa. Se adentró en la Casa de Hermandad donde la esperaban. Fue recibida con el cariño y la exquisitez de algunos hermanos de la Junta de Gobierno, a los que expuso su inquietud. Quería saber las medidas del sudario que lleva Nuestra Señora de las Angustias en la Cruz. Pues ya con anterioridad había contactado con talleres de bordado para elegir diseños y calidades. Tenía decidido donar un sudario para la Virgen.

        Con amabilidad, estos hermanos le facilitaron los datos que quería, mostrándole los ya existentes así como otros enseres. En la conversación mantenida con ellos, manifestaron la necesidad de tener un incensario y una naveta, también le comentaron que no contaban con ciriales para la Señora y que salía con cuatro de los ciriales del Cristo, ya que como tenía ocho, podían cederle estos a Ella.

    Terminada su visita salió contenta, entusiasmada, se iba a hacer realidad su deseo. Pero en su cabeza bullían las palabras ¨no hay incensario, ni naveta y lleva unos ciriales cedidos¨. No, eso no era lo que ella quería, pero no iba a consentir que le faltara nada.

      Volviendo a su casa, le daba vueltas a la misma idea. Tendré que cambiar mis planes se decía, y se puso manos a la obra. Contactó con talleres de orfebrería y tras valorar diferentes diseños, encargó el incensario y la naveta, apartando de su mente el sudario y siguiendo reinando en los ciriales.

      Los trabajos fueron realizados por Orfebrería Andaluza de Sevilla y posteriormente entregados a la Hermandad. Se encontraba feliz con su aportación, pero su interior le seguía diciendo ¨no tiene ciriales¨. Por lo que ni corta ni perezosa, volvió a ponerse en contacto con los orfebres y esta vez sí, esta vez les encargaría los ciriales. Ya se quedó tranquila.

Ciriales encargados.

       Pero el destino no le iba a permitir verlos, ya que cuando el trabajo fue concluido ella ya estaba con Ella en el Cielo. Aunque se preocupó hasta el último momento de encargarle a sus hijos que se ocupasen del cumplimiento de esta tarea.

       Así se hizo y con fechas próximas a la Semana Santa, en la primavera de 2012, cuando se terminó el trabajo, se entregaron a la Hermandad. 

Texto leído por D. Amelia Peralta durante la acto de entrega de los ciriales.

      Y aquél Miércoles Santo frío, nublado, amenazando agua se encendieron por primera vez en el interior de la Santa Iglesia Catedral de Jaén esos ciriales tan deseados. Al ponerse el paso bajo el dintel de la puerta un único rayo de sol se abrió en el cielo dándole en la cara a la Virgen. Mientras su presencia se simbolizaba a través de su nieta Elena del Rocío, que vestida como manda la tradición con mantilla negra, llevando para el acto la de su abuela Elena y cubriendo sus manos con guantes blancos según el protocolo de la Hermandad, tocaba el llamador para iniciar el recorrido por las calles de la ciudad.

      Haciéndole entrega de un ramo de flores se aunaban todas las presencias de cielo y tierra mientras los anderos elevaban su voz gritando ¨¡Viva la Virgen de las Angustias!”. 

Amelia Peralta Prieto.        

En memoria de Dña. Elena Prieto Lópiz

 

Vídeo: Miércoles Santo 2012, S.I. Catedral de Jaén, estreno de los ciriales.

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