TRES GOLPES DE TARARÚ – SEMANA SANTA EN PALENCIA por Silvia Martínez

     Fría y sobria Semana Santa, de castellanas tradiciones, que con el toque del Tararú rememora aquel pasado cofradiero que sigue reinando en Palencia, una semana al año. Ciudad vaccea que se engalana para arropar a sus Cofradías y Hermandades, un Cristo que desde su Otero protege a los miles de penitentes palentinos, que convierten la ciudad en un escenario estético lleno de pasos, faroles, cruces e incienso, recuerdo y penitencia, Pasión, Muerte y Resurrección, ciudad semanasantera. 

     Actualmente, la Semana Santa de Palencia cuenta con nueve Cofradías Penitenciales agrupadas en la Hermandad de Cofradías Penitenciales, que organizan un total de 17 procesiones penitenciales desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección. Una tradición de más de 600 años de antigüedad, fechas avaladas por las fundaciones de las cofradías más antiguas de la ciudad, la Cofradía Penitencial del Santo Sepulcro y la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz. Tradiciones que han ido perdurando a lo largo de los siglos en la Semana Santa palentina, como las roncas notas que salen de las largas cornetas que producen un sonido similar a Tararú, o el silencio perturbado por el crujir de las maderas de las carracas. Y si algo hace única a la Semana Santa de Palencia desde 1802 es su unión cofrade, fecha desde la que las cofradías palentinas acompañan en todas las procesiones a la Cofradía que procesiona sus titulares, todos juntos, colores variopintos de nuestros hábitos que se aglutinan en cada una de las diecisiete procesiones palentinas.

     Los tararús palentinos se preparan para comenzar su Semana de Pasión el Viernes de Dolores, cuando los hermanos de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia se colocan su trajes de terciopelo, sus hijos costaleros aprietan sus fajines a las cinturas unos a otros, hachones encendidos, todo listo para que con la primera levantada, el trono de Jesús de la Sentencia salga de la Seo Palentina, parra recorrer el centro de la coqueta ciudad que lleva esperando todo un año para volver a volver a sentir el retumbar de cornetas y tambores. La oración y la penitencia acompañan a la Virgen de la Piedad la tarde de Sábado de Dolores, cuando los hermanos franciscanos, al son de carracas y tambores, con su cogullas y cíngulos de su patrón, Poverello, acuden a las Parroquias palentinas para celebrar un singular y especial acto penitencial, que ningún cofrade, que ningún palentino se quede sin pedir perdón al Padre en los brazos de su Madre.

     Domingo de Ramos, domingo de niños y alegría, batir de palmas y sonrisas relucientes, es momento de recibir al Señor sobre su Borriquilla. Los miles de cofrades palentinos, junto a los vecinos palentinos, atestan las calles para seguir a Jesús, todos somos esa Samaritana que le sigue, todos somos hermanos del Santo Sepulcro que acompañamos hasta su casa, para que  el son de Marcha Real se entremezcle con el de las palmas jubilosas, Gloria al Hijo de David, Hossana. La tarde del Domingo de Ramos en Palencia es tiempo de acompañamiento a Nuestra Señora del Dolor en un Rosario monumental, que ilumina la ciudad hasta el mismo Cerro del Otero, donde el Sagrado Corazón de 21 metros del escultor Victorio Macho, nos espera. Los hermanos de la Vera Cruz, junto a su crucificado más antiguo, suben en sus hombros las dos imágenes, en esta bonita peregrinación, un Rosario que nos va anunciando lo que está por acontecer en esta Semana de Dolor para nuestro Señor.

     Cinco Llagas, cinco oraciones, por cada herida, por cada burla y cada marca dolorosa en tu cuerpo, Señor. Nuestro Padre Jesús Crucificado de Alejo de Bahía (S.XIV), sin duda una de las joyas de la Semana Santa de Palencia, recorre el centro histórico de la ciudad a hombros de hermanos de las nueve cofradías. La Cofradía del mismo nombre que su titular, conocida por los Kostkas aquí en la ciudad, inunda de un calor cofrade la noche fría de Lunes Santo, Llaga a Llaga, recorremos tu dolor, volvemos tus heridas más livianas.

Nuestro Padre Jesús Crucificado de Alejo de Bahía (S.XIV)
Foto: http://www.semanasantapalencia.com/

     Tres toques de Tararú, tres golpes de vara en la puerta de su casa, Señor. El Cristo de Medinaceli vuelve a ser prendido en la tarde de Martes Santo, engañado, traicionado por un beso, cautivado, maniatado. Continua este Camino de la Cruz, los cofrades palentinos reviven la Pasión del Señor en un Santo Vía Crucis, presidido por el Santísimo Cristo de la Misericordia, un Crucificado que nos perdona con su corazón humilde, que nos recuerda que cada uno debe coger su Cruz y seguirle.

     Cae la noche, el silencio y la oscuridad solo burlada por el Tenebrario franciscano. El Santo Cristo Señor de la Vida y la Muerte acompañado de sus hermanos en el Oficio de Tinieblas, preámbulo de la procesión que, a hombros franciscanos, le llevará a cruzar el pequeño puente romano, hasta Allende del río. El Triduo Pascual comienza en la noche palentina, el silencio y la Virgen de la Quinta Angustia salen a medianoche con sus hermanos del Sepulcro, camino hacia la Plaza más franciscana de la villa palentina, donde una promesa junto a la Cruz, romperá el silencio volviéndose cálida la madrugada de Jueves Santo.

Virgen de la Quinta Angustia Foto: http://www.semanasantapalencia.com/

     Mañana de Jueves Santo en Palencia es mañana de perdón, de Crucificados y Cristos de muchas hermandades, que acompañan al titular de la procesión, el Cristo de la Misericordia, al que le sigue un pecador, un hijo que busca ser indultado y perdonado por el pueblo de Dios. El atardecer del primero del Triduo Pascual se vuelve de colores verde y negro, la Cofradía de la Vera Cruz y sus cientos de hermanos inunda las calles palentinas en una de las procesiones con más imágenes y cofrades en la calle. La Calle Mayor de la ciudad se vuelve una estampa digna de ser fotografiada, hermanos braceros mecen a una Reina que llena de dolor, contempla el Lignum Crucis, lugar donde su Hijo muerte para salvar el mundo.

     Silencio, Jesús cae por primera vez. El color morado de las túnicas nazarenas y los pies descalzos de sus hijos, llevan a Nuestro Padre Jesús Nazareno, el abuelo, por su barrio. Silencio. Jesús vuelve a caer. Pequeñas velas iluminan tu paso en tan oscura noche, Señor. Palencia entera hoy es nazarena. Silencio. Jesús cae por tercera vez.

     Llegó el día. El luto de tus hijos tiñe sus rostros. La Amargura de una Madre que madruga para acompañarte mientras cargas con tu Cruz. Un relato pasional de una calidad artística incalculable, Longinos, La Verónica o la Erección de la Cruz, marca inigualable de la Semana Santa castellana. Un encuentro cierra la procesión de la mañana de Viernes Santo, una Madre y un mismo hijo. La hora nona marca el descenso de tu cuerpo, Señor. La Plaza de la Inmaculada está atestada de palentinos y visitantes, todos expectantes, todos orantes, con la mirada fija en tu cuerpo muerto en la Cruz. Doce monjes, doce hijos, te descienden en el mejor acto de amor teatralizado. Quitad su corona, quitad sus clavos. Descended el cuerpo muerto del Rey de los Judíos. La Función del Descendimiento termina cuando tú cuerpo en el Sepulcro atraviesa la puerta de la Catedral. La noche de Viernes Santo se vuelve oscura y triste, las oraciones de tus fieles devotos parecen ser incesantes. El Sepulcro del Señor está pasando, su Madre Dolorosa le está llorando en su Santo Entierro. Calvario, Amor y Muerte, Mektub.

Santo Sepulcro. Foto: http://www.semanasantapalencia.com/

     La Señora de Palencia, de luto distinguido, sobre su palio de plata y sus rosas blancas, pone su desconsuelo en la noche de Sábado Santo. Otras Madres, quieren acompañarla, hermanos y hermanas palentinas que se suman a tu dolor. La “procesión de las Vírgenes” se escucha entre el tumulto de publico de toda la región, que visita Palencia en un día donde la Madre de Dios es la protagonista, con Siete Cuchillos o en su dolorosa Amargura. No estás sola, hoy todos lloramos la muerte de tu Hijo, Oh Soledad de la Virgen, que con el canto de la Salve notes nuestros corazones desbordantes de aliento.

     La Semana Santa de Palencia llega a su fin, en el día de los días, donde no puede caber más alegría y esperanza, Jesús ha resucitado, Jesús está con nosotros. Romped ese velo negro a la Madre de Dios, que la alegría se marque en su rostro. Cantad, alegraos. El Santísimo Sacramento recorre nuestras calles para bendecirnos y llenarnos de júbilo nuevo.

Silvia Martínez Ortega

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