EL MAL ANONIMATO por Carlos Elipe

 

Cambio el paso en la línea de contenido habitual de la web.

   Hoy quiero dar opinión, en lugar de contar una de mis acostumbradas historias cofrades. Se vive más cómodo, sin ejecutar el ejercicio de la significación, parapetado en el anonimato.

   Sé perfectamente que no soy un ejemplo de nada y para nadie. Quien me conoce me lo ha escuchado decir muchas veces. En mí solo está aportar el máximo de lo que buenamente pueda y siempre según mis capacidades. Así que basado en esas supuestas capacidades, me permito el lujo de opinar hoy, sobre la información  «digital» y cofrade de la Semana Santa de Madrid.

   Lo hago empezando con una primera reflexión que vengo defendiendo desde hace años.

   Hay web oficiales de hermandades que da gusto visitarlas. Pero y pese a una mejora evidente en los últimos tiempos, en Madrid sigue existiendo un déficit importante de este tipo de información cofrade, con falta de dominios propios y/o contenidos actualizadas, empezando por la principal cabeza visible de nuestra Santa Semana, la eclesiástica y su desaparecida sección que en la web del arzobispado se dedicaba a las hermandades y cofradías matritenses. Es el primer paradigma, ya que siendo como es la web del arzobispado madrileño y los profesionales que hay detrás, de los mejores en este campo de la información y colaboración diaria, se podría tener de su mano un gran portal web.

   Es evidente que nuestras corporaciones están ancladas en las más preciosas tradiciones, que entre todos debemos conservar y promover. Pero no es menos cierto que estas tradiciones pueden convivir en perfecta sintonía, si se trabaja de manera correcta, con las nuevas tecnologías, fundamentalmente las de la información. El Santo Padre y su cuenta oficial de Twitter o nuestro Arzobispo Monseñor D. Carlos Osoro y la suya, son el más claro ejemplo.

   Este déficit, la falta de correctos canales de información, esta no ocupación de la imagen propia, ha dejado espacio para que proliferen perfiles anónimos en las redes sociales, que creyéndose contribuir a esta nuestra semana, ocupan un espacio que no les corresponde. Aunque nos les entienda, no les niego que dediquen su tiempo y esfuerzo en recopilar y repetir casi en un corta y pega la información oficial que sale de las hermandades, para que así, algunos nos enteremos de actos y cultos.

   Ojo, no todo el anonimato en las hermandades va a ser malo. No se puede quitar mérito a los que también de manera anónima componen los equipos de Priostía de nuestras corporaciones, dedicando su talento, tiempo y esfuerzo para que y por ejemplo, equipados con cepillos de dientes, limpian, pulen y dan lustre centímetro a centímetro a la plata o alpaca que hay entre los enseres de las hermandades y que luego lucen tan bonitos en la calle. Y como no, todo el mérito a los que quieren, buscan, necesitan el anonimato tras el antifaz nazareno de una Estación de Penitencia.

   Pero los otros, los perfiles anónimos digitales, lo son sin ninguna responsabilidad, eludiendo siempre las consecuencias de sus actos. Con sinceridad, para estas cuestiones, no creo que el anonimato sea el camino, y así, donde hay un problema de base, se crean dos. Cuando se hacen bien las cosas no hace falta esconderse.

  Estos perfiles, con honrosas excepciones, que de todo hay en la viña del Señor, son en su mayoría amateurs, con falta de conocimientos evidentes. Hablan del trabajo realizado, justifican su verdad, aludiendo su carácter altruista y su objetividad, informando por igual “de todo el mundo”.  Se regodean de sus listas de seguidores, los cuales son en su mayoría desconocedores de la realidad que hay detrás de ese anonimato, por tanto, reos y coadyuvantes de la situación. Y no se lo pierdan, dan consejos. Me enseño mi abuelo que los consejos se piden, no se dan

   Lo veo con cierta desesperanza. Sn demasiadas las ocasiones donde se dan informaciones erróneas, por mal editadas, sesgadas o incompletas. Se menudea con fotografías sin permiso del legítimo propietario, llegando a cercenar las marcas de agua de las imágenes. Se publican fotos y carteles inventados sin ningún tipo de calidad, pixelados y sin gusto alguno. En muchas ocasiones no se cita correctamente o con la cortesía adecuada las fuentes de la información y/o los creadores de los trabajos realizados, y como me ha pasado en primera persona, se usan textos directamente sin mi permiso. Todo ello amparado por un anonimato mal entendido y por un indeseable “todovalismo” que campa a sus anchas.

   No eludo mi responsabilidad sobre la cuestión, ya que, quien pudiendo no aporta solución alguna al respecto, puede considerarse parte del problema. Siendo como soy una  persona tan activa en las redes sociales, debo considerarme parte del problema. 

   Por eso, si no actuamos, terminamos convertimos todos en colaboradores involuntarios de tantas tropelías, rehenes de un desconocimiento que es aprovechado para intereses particulares, para satisfacer el egocentrismo de gente mediocre. Y no me sirve el dejarse llevar, el que yo no lo sabía, el que no sé de qué me hablas, si al final, seguimos de manera activa a estos perfiles anónimos y damos pábulo a sus desmanes.

   No voy a mirar para otro lado. Seguro que por todo esto, me he auto convencido de que debía escribir este artículo, a sabiendas que siempre es mejor “las alabanzas en público y las críticas en privado” y siendo plenamente consciente de que mis palabras puedan ser controvertidas  crearme enemistades. Por eso, espero, deseo o quiero creer, que haya quien sea capaz de demostrarme que no llevo razón alguna, invitándole por supuesto, a que en esta misma web y en público, con las máximas exigencias de educación y cortesía, exponga y firme con su nombre esos argumentos en negro sobre blanco, que me lleven la contraria.

   Me han enseñado que la verdad puede llegar a ser subjetiva, ya que una misma realidad puede tener dos caras, dependiendo del lado en que esté quién la cuente. Esta es pues mi verdad, mi visión de las cosas al respecto, siendo el responsable de mis palabras, dando la cara por ello y como diría un amigo costalero, «siempre de frente y por derecho».

   Hago esta crítica personal e intransferible desde mi lado de la verdad, hacia algunos comportamientos concretos que no puedo compartir de estos perfiles amparados en un mal anonimato.

  Vaya esta entrada dedicada para esos fotógrafos a los que les ningunean el trabajo y para todos los que informan, escriben y publican, firmando esos contenidos.

Carlos Elipe Pérez.

 

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