Jesús, su vida, sus enseñanzas y sobre todo conmemorar su pasión y muerte, es para mí, como cofrade, un pilar donde anclar mi existencia.
Los cofrades, como cualquier cristiano sentimos que Jesús está siempre EN nosotros y siempre ENTRE nosotros y así le llevamos presente allá donde estemos. Somos capaces de montarnos una capilla donde sentirle, con una simple foto, con un cuadro o una pequeñas estampita iluminada por unas velas. Incluso el montar esa capilla simplemente pensando en Él cuando vamos el metro o en el coche al trabajo. Torcerte el pecho y sentir la medalla de tu Hermandad aunque no la lleves puesta.
Sacar a Jesús de su altar es de lo mejor que podemos hacer los cofrades siempre que nos sea posible. Y hacerlo cada día, en la cotidianidad de nuestro trabajo diario, es una manera muy especial de vivir en Hermandad.
Bajar al Señor a pie de calle, para que viva con y en nosotros es la mejor, si no la única forma de ser cristiano hoy en día. Y cuando me refiero a la calle, no lo hago pensando en sacarlo en la procesión del Miércoles Santo, si no llevarlo a nuestro día a día, a nuestras rutinas diarias.
Pero pese a esto, también he de reconocer que como humano e imperfecto, me es más sencillo que no más cómodo, rezarle, hablarle, pedirle a ese Jesús del madero que Los Gitanos llamamos Señor de la Salud, viéndolo encarnado en una preciosa talla de madera de cedro en su capilla del Carmen.
Mirándole a su cara morena, sufriente, agónica, creo entender mejor lo que llegó a padecer en el camino a una muerte segura en una Cruz, que de ser despiadada, pensada para asestarle una muerte torturosa, nos la dejó como símbolo de verdad, de luz y de esperanza, para que nosotros mismos la cargásemos cada día durante toda nuestra existencia terrena.
Y en ese día a día, y en esa forma en la puedo vivir la Hermandad, teniendo al Señor de la Salud presente en cada momento, intentando cargar con su cruz, una vez más viene a mí la enseñanza del añorado pater Ángel Fontcuberta: “Nada mejor que el Hermano que tienes al lado”.
La alerta sanitaria que nos ha infectado a todos en los últimos meses está siendo terrible. Sus efectos son devastadores, llevándose por delante la vida de familiares y amigos, enfermando a un ingente número de personas que conozco, y con unas secuelas económicas de las que nos va a costar mucho salir. Estoy sintiendo sobre mi hombro esa pasada Cruz, teniendo muchos momentos en los que no he podido con ella.
Y cuando más pesada ha llegado a ser la Cruz, cuando parecía que no poda más y todo eran Angustias, han venido a mi rescate los que son de Él, para quitarme ese peso y hacerlo liviano. Mis hermanos de Los Gitanos han sido eso, hermanos que están cuando se les necesita sin pedir nada cambio.
“Hoy por ti, mañana por mí, Carlitos”, “No hago nada que tú no hicieras por mi”, “Me tienes para lo que necesites”, “No me estás pidiendo un favor, te estoy devolviendo los muchos que me has hecho tú, son algunas de las frases que puedo contar, de los benditos ángeles gitanos que me han ayudado estos días y que se han anclado en mi corazón para siempre.
No es que no haya recibido ayuda de mi familia sanguínea o de amigos muy cercanos, que así ha sido, siendo esta mucha y muy valiosa.
Pero esta es una web cofrade y han sido mis hermanos cofrades los que con sus actos han bajado al Señor de su altar, llevándole con ellos, como prueba real se su existencia, y así derrochar amor, caridad, compromiso, humanidad ….a quien se ha acercado a ellos.
Mi hermandad, su gente, me ha hecho mucho bien estas últimas semanas y solo quería contarlo para agradécelo.
Hermanos, quien necesite ayuda que la pida.
Carlos Elipe Pérez