Esta mañana (corría el jueves 12 de abril), andaba metido en mis pensamientos mientas me dirigía en el coche a una reunión en Madrid.
Llegué pronto y mientras esperaba vi en el asiento de atrás un ejemplar del pregón que escribí para la coronación canónica de la Virgen de la Consolación de Pozuelo en 1998.
Y desde entonces me estoy preguntando…. ¿por qué hago esto? ¿Por qué escribo…?
Me hubiera gustados ser bordador, como mi abuela o llevar un cirio apuntando al cielo pero por mi incapacidad física siempre he acabado con las cuentas y los papeles…y juntando palabras para contar algo. En estos treinta y tantos años de vida cofrade que llevo en mis sufridas articulaciones casi siempre me ha tocado tomar la palabra para explicar por qué hacemos las cosas de esta manera y no de otra.
A menudo les digo a mis alumnos que no saben algo de verdad hasta que no lo escriben. Sentarse frente a un papel para contar algo supone interiorizar o comprender un hecho o en ocasiones crear una historia. Para ello tienes que vivir y conocer aquello de lo quieres escribir.
Como a muchos nos ocurre, veo el mundo de nuestras hermandades y pienso sobre ellas. A veces, no me gusta lo que veo, pero hay otras, en que algo me entusiasma de tal manera que me surge la necesidad de contarlo para que otros lo disfruten y lo entiendan.
Recuerdo hace muchos años, cuando la Lira de Pozuelo estaba anclada en tocar marchas fúnebres de corte castellano, mis intentos por que entendieran – director y directiva- que había otra manera de hacer las cosas.
Lo logré comentando el documental “Semana Santa en Sevilla” de Manuel Gutiérrez Aragón con una banda sonora de selectas marchas procesionales sevillanas arregladas para orquesta por Antón García Abril.
A veces, las palabras son capaces de explicar porqué somos como somos y son capaces de imaginar otro universo. La palabra tiene un poder indestructible, y cuando te salen del alma te devoran. Y luego la razón las domestica, si puede.
Aquel pregón de la Coronación Canónica de la Virgen de la Consolación se empezó a escribir en 1996, casi al mismo tiempo en que yo contaba a unos aturdidos e incrédulos músicos la sublime grandeza de “Soleá dame la mano”.
Veintidós años después, La lira de Pozuelo ha ido a tocar marchas de procesión a Sevilla e interpretó un arreglo sinfónico de “Soleá dame la mano” con motivo de su centenario.
La fuerza de las palabras, a veces, cambia el mundo. Aunque lo hace lentamente, con calma, pero con una fuerza irreversible.
Hoy empieza una nueva aventura, de la mano mi hermano y amigo Carlos Elipe.
Nuestro fin es explicar el mundo cofrade de Madrid para aquellos que todavía no nos conocen. Por eso esta sección se titulará “Madrid cofrade, para no cofrades”.
Para los expertos y sabios de nuestras hermandades estas palabras se quedarán muy cortas. Pero a quien me quiero dirigir es a todos esos que cada Semana Santa me asaltan a preguntas que para nosotros resultan obvias pero para una inmensa mayoría de público madrileño, son una incógnita.
Una incultura cofradiera que en los medios de comunicación algunas veces hace hasta daño a la vista.
Glorias, penitenciales, sacramentales…de la Villa y Corte o de cualquier punto de nuestra Comunidad, nuestras hermandades tienen mucho que contar y los madrileños se deben sentir orgullosos de ellas.
Pero para eso hay que conocerlas y crear una épica que las engrandezca y de brillo.
De los sevillanos no solo aprendí que hay otra música, si no que hay que contar bien las cosas. Y algunas cosas más… pero eso es otra historia.
Juanjo Granizo