REPOSA EN DIOS UN MOMENTO por Pedro L. Pérez Blanco

Hoy por fin es MIÉRCOLS DE CENIZA y el mundo cofrade se «pone en marcha». Yo me sumo a este día tan especial con una publicación también especial, fura de la habitualidad de mis martes.

En realidad, si esto fuera así de simple, si la vida cofrade fuera del Miércoles de Ceniza al Domingo de Pascua, los cofrades seríamos pura hipocresía. No seré yo quien diga cómo hemos de vivir nuestra religiosidad y devociones, nada más lejos, pero creo que ser cofrade es en sí mismo ser cristiano y un cristiano no deja de serlo ningún día de su vida. Si hay una palabra que puede definir a un cristiano es comprometido. Los cofrades no debemos ser aquellos que llevan todo el año invernando en una cueva esperando al tiempo de Cuaresma.

Por convencimiento personal, por necesidad vital y por la fortuna de contar con un inmejorable director espiritual, no hace demasiado tiempo recibí una pequeña y brevísima catequesis, que seguramente por todo lo anterior y por mi edad, ya de adulto, he de reconocer que me ha sido muy satisfactoria y de gran aprovechamiento en lo personal. Así que hoy, pensando en lo que soy, cristiano antes que cofrade, he pedido ayuda a mi hermano Pedro Luis quien habitualmente imparte catequesis para adultos, para que entre los dos preparásemos un texto que me ayudase a comenzar la Cuaresma que hoy iniciamos y no se me ha ocurrido mejor cosa que compartirlo.

  Si, soy cofrade y por eso está en mi el prepararme y saber de la importancia real que supone este tiempo cuaresmal, sin dejar de anhelar la semana de gloria que en escasos cuarenta días vamos a tener y voy a disfrutar.

Un año esperando, hoy es Miércoles de Ceniza, por fin comienza la Cuaresma.

Carlos Elipe

Foto original: Raúl Heredero 2014

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REPOSA EN DIOS UN MOMENTO


Deja un momento tus ocupaciones habituales, hombre insignificante, entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa en Dios un momento, descansa siquiera un momento en Él.


Entra en lo más profundo de tu alma, aparta todo de ti, excepto Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarlo; cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio. Di con todas tus fuerzas, di al Señor: «Busco tu rostro; tu rostro busco, Señor.»


Y ahora, Señor y Dios mío, enséñame dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo te encontraré.

Si no estás en mí, Señor, si estás ausente, ¿Dónde te buscaré? Si estás en todas partes, ¿por qué no te veo aquí presente? Es cierto que tú habitas en una luz inaccesible, ¿pero dónde está esa luz inaccesible?, ¿Cómo me aproximaré a ella?, ¿Quién me guiará y me introducirá en esa luz para que en ella te contemple? ¿Bajo qué signos, bajo qué aspecto te buscaré? Nunca te he visto, Señor y Dios mío, no conozco tu rostro.


Dios altísimo, ¿Qué hará este desterrado, lejos de ti?, ¿Qué hará este servidor tuyo, sediento de tu amor, que se encuentra alejado de ti? Desea verte y tu rostro está muy lejos de él. Anhela acercarse a ti y tu morada es inaccesible. Arde en deseos de encontrarte e ignora dónde vives. No suspira más que por ti y jamás ha visto tu rostro.


Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor y nunca te he visto. Tú me creaste y me redimiste, tú me has dado todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. He sido creado para verte, y todavía no he podido alcanzar él fin para el cual fui creado.

Y tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás, hasta cuándo dejarás de apartar tu rostro? ¿Cuándo volverás tu mirada hacia nosotros? ¿Cuándo nos escucharás? ¿Cuándo iluminarás nuestros ojos y nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo accederás a nuestros deseos?


Míranos, Señor, escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Colma nuestros deseos y seremos felices; sin ti todo es hastío y tristeza. Ten piedad de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos por llegar hasta ti, ya que sin ti nada podemos.

Enséñame a buscarte, muéstrame tu rostro, porque si tú no me lo enseñas no puedo buscarte. No puedo encontrarte si tú no te haces presente. Te buscaré deseándote, te desearé buscándote; amándote te encontraré, encontrándote te amar.

Pedro L. Pérez Blanco

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