Para contextualizar lo que a continuación voy a contar, he de explicar en primer lugar que, escribo este texto el viernes seis de abril de 2018, inspirado en un precioso reportaje sobre las camareras de la Virgen de la Soledad de Barajas, y a su vez, releyendo una vez más la entrevista que publicamos en enero de 2018 en el boletín de “LOS GITANOS” a la camarera de la Virgen de las Angustias, mi hermana y amiga “Lola”, a la que yo le tengo tanto que agradecer.
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Como siempre, como pasan estas cosas, por medio de la providencia divina, en una charla informal este viernes de abril, sobre fotografía cofrade con mi amigo José Luis Barral, al que pese a su curriculum cofrade en su Barajas natal, yo únicamente le he conocido como fotógrafo cofrade, y de los buenos, salió la palabra camareras. “Carlos, mira en mi página web el álbum de fotografías “Camareras de la Soledad” a ver qué te parece y si le ponemos un texto”.
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No he podido resistirme a tal caramelo, así que con toda la humildad del mundo me he puesto al teclado. Va por ellas……
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Nada de lo que hacemos los católicos, cuando nos ponemos el apellido de cofrades, tendría sentido, si en verdad, mirando a los ojos de nuestras benditas titulares, no viéramos en ellas a nuestra verdadera Madre. Madre que carga de igual manera con nuestras alegrías y tristezas, con nuestros éxitos y nuestros fracasos, con nuestras victorias y derrotas. Madre que intercede siempre por nosotros.
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Cuantas veces le he rezado, cuanto me he desahogado con mis Angustias, contándole mis preocupaciones, pidiéndole corrija mis imperfecciones. Imaginaros cuantas suplicas habrá escuchado La Soledad, de sus hijos en Bajaras…..
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Pero somos humanos, por tanto pecadores, imperfectos como digo, y reconozco que lo primero al entrar en la capilla y ver a la Virgen, no es pensar que voy a pedirle a la verdadera madre de Dios mismo, sino que, lo primero suele ser es el suspiro de alegría y que me salga desde lo más terrenal de mis adentros: “pero que condenadamente guapa estas hoy, Madre”.
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Claro, la parte de la culpita toda, de ese ¡GUAPA!, la tienen de manera directa las camareras de la Virgen.
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Son ellas las que la cuidan siempre, las que la miman con la dulzura de una relación tan real, como la que hay entre una Madre y una hija. Son las que se emocionan con Ella, cuando llegan nuevos enseres, ropa nueva a estrenar. Son las que mecen sus manos expertas para sujetar esos miles de alfileres que usan los vestidores. Son ellas las que lo dejan todo por el privilegio de ser siervas.
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Que os puedo contar que no sepáis, si en la simpleza del doblar un pequeño pañuelo, para guardarlo con el resto de su ajuar, que se pueda ver con claridad tangible, la ternura, la mismísima fe verdadera.
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Mi admiración hoy por todas ellas.
Por Carlos Elipe Pérez.
PD: Todas estas imágenes y todo el trabajo fotográfico de José Luis Barral se puede encontrar en:
Así mismo las imágenes son propiedad de José Luis Barral por lo que está terminantemente prohibida su descarga y uso sin el consentimiento expreso de este.