Ocho de septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen.
Entre las muchísimas advocaciones que en toda la península ibérica celebran hoy su fiesta grande, quiero fijar la vista en la Patrona de la población murciana de Lorca. Excusa perfecta que me sirve para hablar del ajuar textil que la Reina Isabel II regaló a Santa María la Real de las Huertas, patrona lorquina y que custodia la Hermandad Virgen de las Huertas. Ajuar que vengo estudiando hace años, y que gracias a la generosidad de la Hermandad, he podido ver en primera persona.
Siempre es aconsejable en un estudio de estas características, comenzar acudiendo a la propia fuente, por lo que en este caso nada, mejor que recordar el acta capitular de la propia Hermandad, de fecha 2 de octubre de 1858, donde se da cuenta de la donación del manto regalado por Isabel II: “Diose cuenta de un oficio del Excmo. Sr. Conde de Moctezuma[1], Marqués de Tenebrón, fechado en esta ciudad en el día de hoy, manifestando haber sido honrado por S. M. la Reina (q. D. g.) con la grata comisión de entregar a la Hermandad de Nuestra Sra. de las Huertas, Patrona de esta Ciudad, un precioso presente que hace a la misma Soberana Imagen consistente en un rico manto de raso blanco bordado en oro, una corona del mismo metal primorosamente labrada y un vestido, y otra corona de igual mérito y riqueza para el divino niño que lleva en sus virginales brazos”.
El acta continúa: “Enterado el Ayuntamiento y poseído del respetuoso júbilo y acendrada gratitud por la bondad de S. M., cuyo Regio presente es una prueba repetida de la munificencia del Trono en holocausto de la milagrosa patrona de esta población, a favor de cuyo Real Santuario tiene concedidos honrosos privilegios desde los siglos pasados, y en el cual se ostentan monumentos históricos y sagrados que hacen la gloria de esta Ciudad y recomiendan elocuentemente a sus naturales la pura devoción que siempre han profesado a María Santísima de las Huertas; acordó: que la entrega del regalo Regio se verifique con toda la posible magnificencia, ya que no es dado hacerlo con cuanta se merece la piadosa mano de donde procede y el divino objeto a que se dirige; que al efecto, en la mañana del nueve del actual, y hora de las diez de ella, sea conducido con el decoro y ostentación debida desde la casa habitación del referido Excmo. Sor Comisionado Regio a estas Salas Capitulares, donde quede expuesto al público hasta las cuatro de la tarde; que en esta hora, con asistencia de la municipalidad del mismo Excmo. Señor y de las Autoridades civiles y eclesiástica, sea conducido en coches a la casa que el Ayuntamiento tiene en el local donde se celebra la feria, y desde allí, incorporados a la comitiva los convidados que había reunidos en aquel punto, se lleve procesionalmente al Real Templo de dicha Señora, donde tenga lugar el acto de la entrega que deberá verificar S. E. a la Sra. Camarera, levantándose la correspondiente acta, que original quede en el expediente que se forme con tan fausto motivo; que en la mañana del siguiente día se celebre en la Iglesia del Real Santuario una solemne función religiosa análoga al asunto que lo motiva;”
Es habitual encontrarnos escritos donde se considera que esta donación tiene relación con el viaje que por ferrocarril, como medio fundamental de transporte, realiza la Reina y su familia por Andalucía y Murcia entre el 12 de septiembre y el 29 de octubre de 1862, del que tantas veces he escrito, cuestión esta que debe quedar descartada ya que la fecha del acta es inequívoca, siendo la entrega del ajuar cuatro años antes.
Si dicho acta es dato suficiente, hay otra prueba indiscutible que fecha el regalo fuera de este viaje y es la inscripción que se puede leer en el propio manto, donde se ve claramente 1857 como fecha de ejecución de la pieza.
La posibilidad más verosímil del cómo llegan las piezas a Lorca, y el ejemplo lo tenemos en un regalo similar a la Virgen del Carmen en Caravaca de la Cruz, es que la donación se consiga con la mediación de algún noble o aristócrata cortesano, relacionado con Lorca. En este caso, y como hipótesis de trabajo me inclino a pensar que esta mediación fue a través del propio Conde de Moctezuma, gentil-hombre de cámara de la Reina[2], lorquino de nacimiento, quien fuera alcalde de la cuidad y diputado provincial, establecido en la corte de Madrid en 1851. Una curiosidad en torno a este personaje y que refleja la cercanía y devoción de los lorquinos hacia su patrona, es que su propia abuela se llamaba María de las Huertas[3].
Para aquellos que aun no visto el ajuar, es D. Manuel Pérez Sánchez, quien mejor hace una descripción del manto en su libro sobre el arte del bordado en Murcia[4] y que por ello quiero ahora recuperar: “En este caso el manto ofrece una mayor espectacularidad, no sólo por desarrollar una decoración de corte más barroco sino también porque esta no se limita únicamente a una simple cenefa sino abarca todo el campo central, que se cubre con un elegante sembrado florar de evocación claramente deciochesca. No obstante, el protagonismo sigue concentrado, según esa tipología desarrollada por los bordadores de Cámara del período isabelino, en los bordes de la pieza. Aquí se muestra con gran brío y suntuosidad un amplio rameado de acantos y tallos que ven entremezclándose en una laberíntica trama con hermosas guirnaldas de frutos y flores, las cuales parecen que han recuperado en cierta manera ese naturalismo tan propio del bordado rococó. La obra entraría, por tanto, ya en esa fase del estilo isabelino que sigue las pautas de la estética neobarroca y recuperación de los estilos de los Luises, que se impuso en toda Europa por los influjo procedentes de la corte francesa del Segundo Imperio”.
Otra línea de trabajo abierta es conocer, como pasara con otras obras similares regaladas por la Reina, a la Virgen de los Reyes de Sevilla o la Virgen de las Angustias de Granada por ejemplo, si este ajuar hubiera podido tener una presentación en la corte capitalina. Por ahora, no he encontrado en la prensa del momento, hablo de la de Madrid, habida siempre en hacerse eco de este tipo de regalos regios, noticia que referencie claramente este presente.
Hay una pequeña nota en la prensa del día 1 de octubre de 1858[5], día previo a su donación, donde se habla de un regalo a la Virgen de las Mercedes: “—SS. MM. la reina y el rey han regalado á la Virgen de las Mercedes, de Lorca, un precioso manto y una corona de oro, de gusto esquisito, montada sobre un fondo de terciopelo carmesí, y orlada por un cerco del mismo metal, en forma de rayos donde se lee la siguiente inscripción: «SS. MM. los Reyes Católicos, á la Virgen de las Mercedes de la ciudad de Lorca, año 1858». El regalo as verdaderamente digno de las augustas personas de donde viene, y del piadoso objeto á que va destinado.”
Bien pudiera tratarse ser una pieza diferente o un error periodístico confundiendo los nombres de las imágenes marianas, cuestión que como digo es una línea abierta en el trabajo de investigación sobre estas piezas.
En cuanto a la autoría de la obra, todos los indicios me llevan a pensar que esta es ejecutada en el taller de las Hermanas Gilart. En primer lugar la fecha de confección, 1857, siendo en ese momento las mallorquinas, sobrenombre con el que se las conocía, las bordadoras de cámara de la Reina. Esos años salen del taller de las Gilart, en calle Jacometrezo 17 de Madrid, un buen numero de regalos religiosos encargados por la Reina Isabel II, por lo que este manto podría estar dentro de estos encargos.
También es reconocible a las Gilart en el estilo del manto, apreciando como es habitual en sus obras, como en el perímetro de la pieza se congregan los motivos bordados a relace en una cenefa ornamental, dejando dispersos en el resto de la superficie del textil un picoteado de bordados. Y por último en la ejecución de los brocados, similar a otras piezas de las mallorquinas.
Por todo ello, no es muy arriesgado aventurarse que el manto fuera ejecutado por Rosa, Rita y Margarita Gilart Jimenez [6], en su taller de Jacometrezo.
Es una lástima que la pieza no conserve el forro original, lugar donde habitualmente las Gilart firmaban sus obras, para concluir su autoría de manera definitiva.
En la inspección visual que pude dsfrutar, pese a tener más de 160 años y a los avatares que ha sufrido con alguna restauración incluida, pasando del blanco original a una tela de color verde agua que es como se puede encortar a día de hoy, el manto tiene un razonable estado de conservación, si bien es cierto que la restauración que me anunciara la Hermandad, seguro le devuelve parte del esplendor que siempre tuvo, para así dar mayor gloria y honor a Santa María la Real de las Huertas, orgullo de Lorca y de los lorquinos.
No me queda más que dar las gracias a Dña. Isabel Giménez Simón, Hermana Mayor de la corporación Lorquina por su acogida, cercanía y todas las facilidades que me prestó en la visita a su casa, y por supuesto gritar en un día como hoy ¡VIVA LA VIRGEN DE LAS HUERTAS!
Carlos Elipe Pérez.
[1]Conde de Moctezuma, D. Antonio Marsilla de Teruel Moctezuma, García de Alcaraz Guaita y Navarro.
[2] Biblioteca Nacional de España – “Escenas Contemporáneas” 1858, n.º 3 – páginas 356 y 357.
[3] María de las Huertas García de Alcaraz y Guaita. Biblioteca Nacional de España – “Escenas Contemporáneas” 1858, n.º 3 página 353
[4] “El arte del bordado y del tejido en Murcia: siglos XVI-XIX.” Manuel Pérez Sánchez. Editores: Universidad de Murcia, 1999, página 325, 326 y 327.
[5] Biblioteca Nacional de España –“La Época” 1-10-1858, n.º 2.910 – página 4.
[6]“ROSA GILART Y SUS HERMANAS, vida y trabajo” publicado en “UNA VIDA COFRADE” en: https://www.unavidacofrade.es/rosagilartysushermanas-por-carloselipe/