Foto: «Cruz de Guía» de Emilio José Checa
Este es con toda seguridad el artículo más complejo que he escrito. Le he dado muchas vueltas a si debía escribirlo y qué contar. Y aunque salga extenso, pretendo que sea claro de entender, llamando desde el mismo título a las cosas por su nombre. Para ser sincero, es un artículo que nunca hubiera querido escribir.
En junio de 2023 dejé de ser integrante de la Junta de Gobierno de la Hermandad de Los Gitanos de Madrid. Desde ese momento, en las cuestiones relacionadas con esta Hermandad ya no represento a nadie más que a mí mismo, vuelvo a ser yo y mis propias circunstancias.
Retomada esa libertad para poder decir lo que pienso, tras un largo parón, hoy de nuevo me pongo manos a la obra y retorno a escribir para la columna de esta web «TRATA A LOS DEMAS COMO QUIERES QUE TE TRATEN». Lo hago consciente, sin pedir permiso u opinión sobre el contenido que publico a NADIE, asumiendo en exclusiva la responsabilidad de lo que voy a firmar. Algún mal pensado dirá que soy teledirigido por quien manda en la Hermandad, pensamiento fútil alejado de la realidad, lleno de mediocridad que me prejuzga sin conocerme.
Sólo necesito encomendarme al Señor de la Salud para que me ilumine en lo que escribo y a la misma Virgen del Carmen, a la que le rezaba mi abuela en la calle del su santo nombre el Madrid de los años veinte del siglo pasado.
Desde que en diciembre de 2020 se jubiló D. Adolfo Lafuente y dejó de ejercer su ministerio como rector de la Parroquia del Carmen y San Luis, a la Hermandad de Los Gitanos de Madrid cada vez le va peor.
En 2021, con la pandemia en sus últimos estertores, aún limitando la posibilidad de hacer una vida medianamente normal, se camufló la situación que empezábamos a soportar.
La vuelta a una cierta normalidad, aún que no hubiera terminado la condenada epidemia, permitieron dar comienzo a las obras de reforma y restauración del templo. Desde entonces, poco a poco, casi día a día, la Hermandad ha ido perdiendo su espacio vital es su casa por derecho, su sede canónica.
En mi caso, integrante de base de la Hermandad, tengo al Carmen como nuestra verdadera casa. En ella, ya se han inscrito como nuevos hermanos la mayoría de los integrantes que hoy conformamos la corporación y se han vivido momentos más que notables en su historia. Como ejemplo de los muchos que podría poner, baste un botón, en 2012 sacamos a la Virgen de las Angustias por primera vez la calle un Miércoles Santo.
Qué difícil es usar la palabra siempre sin temor a cometer un exceso. En los libros de estilo recomiendan no usar esta aseveración y sustituirla por muy a menudo o por habitual.
Se puede asegurar sin temor a equívoco que la Hermandad de Los Gitanos y sus integrantes, siempre hemos sido con nuestra casa carmelitana una corporación sumisa, obediente, colaboradora, partícipe en la actividad parroquial, llevando a gala ser del Carmen y poniendo a la Parroquia en el centro de la vida cofrade madrileña siempre que ha sido posible. El libro de firmas que posee la Hermandad es fiel testigo de esto que asevero, dejando constancia de un buen puñado de cardenales, obispos, alcaldes, personas ilustres, etc., que han visitado la Parroquia a través de la Hermandad. Como ejemplo otro botón, en este verano de JMJ lisboeta, memorable lo vivido durante la JMJ Madrid 2011 con la Virgen de Regla de Los Panaderos de Sevilla en casa.
Nuestra entidad siempre ha ayudado a su Parroquia, siempre. En lo más pragmático, económicamente con un donativo anual desde que llegamos en 2010, o incluso, y vuelvo a llamar a las cosas por su nombre, pagando gastos corrientes de la Parroquia cuando no alcanzaba el dinero durante la pandemia.
Se ha puesto mano de obra gratuita para hacer reformas internas. También quiero reseñar algo que a priori no parece importante, pero ha labrado futuro, rejuvenecido los parroquianos que sienten esa casa como propia, aportando juventud a sus actos y sus cultos.
Cuento todo esto, no teniendo claro si es meritorio y hay que reconocérnoslo, o tan simple como que es lo que hay que hacer en cada momento, si estás comprometido con la Parroquia de la que formas parte.
Lo que sí quiero, es que quien no nos conoce, sepa de estas pequeñas cosas que hemos hecho Los Gitanos desde que llegamos al Carmen y que siempre seguiremos haciendo para nuestra Parroquia.
La Hermandad de Los Gitanos tiene sus cosas, como todos los grupos compuestos por seres humanos, pecadores e imperfectos, yo el primero. Nadie está libre de pecado, que tire la primera piedra quién lo esté.
Gracias a Dios, somos muchos los que la integramos a día de hoy. La lógica de la probabilidad, hace que la Hermandad la compongamos todo tipo de personas.No creo que seamos muy diferentes a otras Hermandades o Cofradías.
Diría que puedo afirmar con cierta rotundidad que la Hermandad, en general, la componen buenas personas, cristianos comprometidos que llevan su fe, su religión, sus creencias y costumbres más allá de las puertas del templo. Y no solo en las procesiones, también lo hacemos en el día a día cotidiano, en nuestros trabajos, familias, amigos y conocidos. Vivimos en una sociedad complicada para los que no renuncian a su fe cristiana. Nosotros, que afrontamos ese mundo a diario, presumimos de nuestra condición de católicos pertenecientes a una Hermandad. No crean que es sencillo a cada uno de nuestros jóvenes decir en este Madrid del siglo XXI, en su colegio, instituto o universidad, que es católico, que va a Misa, que sale en procesión de monaguillo o que es un nazareno en Semana Santa. No es fácil, pero lo hacen. No es baladí el acto de proclamar el evangelio fuera de la protección de los muros de una Parroquia, lejos de la gente que no es como tú.
Si nos trasladásemos a la época de Jesús, yo diría que tenemos a quien se parece a Simón de Cirene, a nuestra particular Verónica, o los que como yo, quieren asemejarse a Santo Tomás, que deben meter los dedos en la llaga para creer. Incluso tenemos a quien como San Pedro, en su entorno, encogido por sus circunstancias vitales, niega hasta setenta veces siete ser seguidor de un Jesús, al que proclama amor incondicional cada Miércoles Santo. No me olvido, por supuesto tenemos a quien se parece en exceso a Judas Iscariote.
Somos de toda clase, condición social, tendencias políticas y sexuales. Tenemos en la Hermandad gente brillante, tenemos inadaptados, tenemos ricos y pobres, tenemos a los nuevos desarrapados de la tierra, tenemos humildes y maleducados, genios e incultos, tenemos incluso muchos divorciados, no todos somos familias modélicas. Como cualquier agrupación de hombres, el quid estará en el porcentaje que predomine. Yo veo la botella medio llena.
Pero insisto, hay que llamar a las cosas por su nombre. Si ponemos en una balanza lo que aporta y lo que resta la Hermandad en los aspectos básicos de una corporación penitencial, cultos, formación y caridad, el superávit generado a favor de la Parroquia, en mi opinión, creo que es enorme.
Así que, sabiendo cómo somos la Hermandad de Los Gitanos de Madrid, lo que hacemos, lo que aportamos, lo que restamos, el sitio que ocupamos y los cultos que tenemos, si nos quieres, debes darnos un sí con todos los condicionantes, sin ambages ni fisuras.
Se nos debe exigir el rigor y la compostura necesaria, claro que sí. Estaremos a la altura de la exigencia requería, que a nadie le quepa duda. Por eso creo que la Hermandad se merece un SI rotundo, sin peros.
Un sí, pero…, un sí a la Hermandad con un pero, no me vale. Te digo: “sí te quiero”, que es un sí a que puedes estar en el Carmen, y añades un “pero…”, en realidad, estás diciendo no.
Como por ejemplo poner ese pero al espacio que ocupamos en el templo. Poner un pero, para alguno de los aspectos de su idiosincrasia básica, es decirle no a la Hermandad. Hay que llamar a las cosas por su nombre.
Dios nos enseña siempre que su amor es incondicional, y que así debería ser el nuestro con los demás.
Por qué hablo de estas tocas. Ha sido muy triste, por no usar otra palabra más gruesa, que durante los últimos años hayamos tenido que sobrevivir debajo de una escalera. La afirmación es literal, la Hermandad ha disfrutado de una mesa y dos sillas, como oficina para atender las necesidades de los hermanos, ubicado el mobiliario en el rellano de una escalera. No entro en otros detalles de lo que haya pasado, más allá de lo que pueda contar en primera persona. Y esto lo hemos visto todos. La imagen ha sido descorazonadora, mitigada por el coraje y alegría de ha desprendido la buena gente que ha tenido que trabajar para sus hermanos en esas condiciones.
Describo otro botón para coser en la camisa de los ejemplos que estoy contando. Hace tiempo se procedió a cambiar las llaves del templo. Nos dimos por enterados cuando acudiendo a la Iglesia para preparar un culto, no pudimos abrir la puerta de la que entendemos nuestra, casa con las mismas llaves que se nos entregaron cuando llegamos.
Puedo entender que al haber un cambio de gestor, se proceda a reemplazar los bombines de las puertas para controlar quién tiene llaves. Pero también y en eso de “trata a los demás como quieres que te traten”, que tan claro nos enseña el Evangelio, o por un simple gesto de cortesía, es lógico esperar que avises a quien vive bajo tu techo, que tal día que se va a proceder a ese cambio y que no vas a poder entrar a tu casa, como lo llevas haciendo desde que llegaste. De no hacerlo, parece que no llegas a fiarte de todos los que conviven contigo, aunque prefiero pensar que no les conoces suficientemente.
Como decía al inicio, le he dado muchas vueltas a lo que iba a escribir en este artículo. No soy yo alguien que pretenda dar ejemplo o doctrina, prefiero hablar de lo que soy responsable, sin pretender que alguien me tenga que hacer caso. Me gustan las normas claras y cumplirlas, no me gusta sacar los pies del tiesto o provocar controversias. Habitualmente abogo por hacer las críticas en privado y las alabanzas en público. Tampoco quiero publicidad y menos creando polémicas. Si escribo todo esto es por el sentimiento de pertenencia que tengo con mi Hermandad de Los Gitanos de Madrid, el compromiso adquirido con ella, con sus hermanos y el respeto a sus cultos y tradiciones.
Quien me ha querido escuchar, seguro me lo ha oído ya que lo repito muy a menudo, que en la Hermandad cada uno haga lo que pueda, que aporte lo que esté en su mano, aunque parezca poca cosa. Los mínimos, como Hermanos de base, todos deberíamos acudir más, para rezar en la capilla de nuestros Titulares y todos deberíamos acudir a sus cultos, priorizando en nuestra apretada agenda, esa Misa mensual de Hermandad a la que desde hace tiempo solo acuden los veinticinco de costumbre.
Además y por supuesto, todos, insisto en remarcar la palabra todos, deberíamos hacer más por formarnos y recibir catequesis y deberíamos arropar en lo que nos fuera posible a la nueva Junta de Gobierno para hacerles sencillos, estos años que les vienes de un más que previsible difícil mandato.
El que da todo lo que tiene, no está obligado a más.
En mi caso, sin querer ser más que nadie, tengo los medios, esta web y puedo aportar mi pequeña contribución escribiendo. Por eso creo que tengo la obligación de poner en negro sobre blanco la situación que veo, incluso para pedir ayuda si es lo necesario.
He comprobado muchas veces que cuando un contenido de este portal web se sale de lo políticamente correcto, en minutos sube por cientos las lecturas. No es lo agradable tener que contar estas cosas, pero está en mi mano hacerlo y que la situación pueda ser compartida a cuantos más posibles. Sé además que nuestro J.I. enviará el mensaje correspondiente a la contraparte para que lea este artículo, como lo hace habitualmente con una increíble celeridad.
Para concluir con los botones, voy con el que me ha determinado para escribir este largo desahogo. A día de hoy, la situación con la reforma que se está llevando a cabo en la Parroquia hace que se elimine el espacio necesario para que la Hermandad viva en ella.
La Junta de Gobierno nos explicó a los Hermanos, los pocos los que acudimos al último Cabildo General, que nadie les ha dicho que no nos quieren en el Carmen, que se les atiende y trata con educación, pero que con la máxima celeridad y sin dar opción, debemos abandonar las dependencias que ahora ocupamos, salvo la capilla donde están los Titulares. La parte trasera de la nave se va a llenar de andamios para poder continuar con las obras, clausurándose por tiempo indefinido la puerta de la calle de la Salud e incluso la de la calle del Carmen, por lo que pudiera ser posible, siempre en condicional, con el avance de las reformas, tampoco fuera visitable la capilla en un futuro. El avance de las obras están empujando a que la Hermandad tenga que ir abandonando poco a poco la Parroquia.
Se ha suplicado por un espacio, por pequeño que sea para seguir subsistiendo, siendo estéril esta suplica. Que sí, pero no. Hay que llamar a las cosas por su nombre, si vas a reformar tu casa, lo lógico es contar con los que viven dentro de ella y la necesitan a diario para su existencia. No hacerlo es señal de que los que viven contigo te importan poco.
Yo desconozco el proyecto de reforma que se está llevando a cabo y cómo va a quedar la distribución de espacios en la Parroquia una vez terminadas las obras, por lo que sin tener más datos que una mera intuición, creo que en el proyecto de futuro de la Parroquia, la Hermandad de Los Gitanos no ha sido contemplada.
A este respecto que bueno sería para todos, conocer cómo será ese diseño final, cuestión que eliminaría incertidumbres y de un plumazo acallaría las especulaciones y pensamientos como el mío.
Por ejemplo, si ahora estamos obligados a irnos por las circunstancias: ¿podremos volver? y si es así, ¿podremos ocupar el mismo lugar en nuestra casa, en las mismas condiciones que hasta ahora? aunque que ya son bastante pequeñas
De momento, me voy preparando para no ver salir a los titulares por la calle de la Salud en 2024, ya que las obras lo van a impedir.
Dios proveerá, me limito esperar su providencia.
Carlos Elipe Pérez.
24 de julio de 2023, festividad de Santa Cristina.
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P.d.: Siempre, quien se sienta aludido o quiera replicarme a cualquiera de mis publicaciones, tiene a su disposición esta misma web para contestar, con la única condición que firme el texto y se responsabilice del mismo.