Foto de portada: Miércoles Santo 2023. Verónica Gómez Fernández
Que nadie se asuste, no quiero provocar un apocalipsis cada vez que escriba.
Aprovecho, ahora que “parece ser que tu web se lee”, para seguir navegando con las velas hinchadas de viento a favor de las muchas muestras de apoyo y cariño, que salvan el oleaje de las críticas recibidas, que también las tengo.
El título se lo he copiado a Herbert Marshall McLuhan[1], quien falleció en 1980. Ya me hubiera gustado que escribiera en mi web. Pido disculpas, y es de corazón, si alguien se esperaba otra cosa. Eso sí, la frase es literal y vivo de ella hace muchos años.
También se le atribuye la frase “el medio es el mensaje”. No estoy tan de acuerdo, porque de ahí pasamos a “matemos al mensajero”. El mensajero no tiene la culpa, si los datos que trasmite son correctos.
Me han llegado a dar el consejo de que me calle, que estoy mejor rezando. Siempre hay alguien capaz de compartir su vena más cómica para sacarte una sonrisa. Lo cuento porque además me ha dado una publicidad que no necesito.
Le devuelvo el favor. Mi abuelo me decía: “los consejos se piden, no se dan, pedirlos refleja humildad, darlos sin ser pedidos, demuestra egocentrismo”. Sabe más el diablo por viejo que por diablo y mi abuelo falleció cerca de la centena, casi sabio.
Siguiendo con tanto refrán, me aplico a mí mismo: “consejos vendo que para mí no tengo”. Me decía un sacerdote preparando la Cuaresma, hablando de la limosna/caridad (Ayuno, Oración y Limosna), que si hacía un gesto caritativo, pero no me costaba, no era caridad, era algo más parecido a la comodidad para tapar mi conciencia. La caridad de darse a los demás, te tiene que costar. No suele haber nada bueno en algo que no cueste. No soy ejemplo de nada. No puede dar ejemplo el que nada tiene que perder.
Juntar cuatro letras, que se entiendan y que tengan un cierto estilo, me cuesta, sí, estoy diagnosticado de dislexia, pero nada más. Descubrí hace tiempo que escribir desahoga y me ayuda a aclarar lo que pienso. El ejercicio de hacerlo público, empezó para quitarme los complejos y ayudar a corregir mis muchos defectos. Simplemente creo que, si puedo escribir, debo hacerlo. Lo reconozco, escribir me gusta. Tengo publicado una parte de todo lo que escribo. No tengo mucho mérito en hacer lo que hago, más allá de no dedicar ese tiempo a cosas más importantes.
Hay quien sabe cantar y canta, pintar y pinta, ser costalero y lo intenta, ser monaguillo y lo hace sin vergüenza del que le dirán por la ropa que le ponen.
Así que por escribir lo que pienso, firmarlo y compartirlo no me den las gracias, lo hago puesto que sé hacerlo. “Aplaudirme solo consigue que me incremente el ego” esta idea no es mía, es de mi dibujante favorito y hoy la firmo debajo.
Estoy sorprendido de las reacciones a mi anterior artículo. No por los halagos o las críticas. He leído opiniones de todo tipo y en general, aunque ya saben aquello de lo malo que es generalizar para un rebaño tan diverso, diría que nos ha puesto ante un espejo. TODAS LAS HERMANDADES, y en todas partes, al estar llenas de seres humanos, somos extremadamente parecidas, y por tanto, tenemos problemas muy similares. Todos sabéis de qué hablo.
No soy valiente. No es valiente el que lo tiene todo perdido. Es algo más parecido a la desesperanza o desesperación lo que me embarga.
Valientes, son los que se dan a los demás, teniendo algo que perder y poniendo la otra mejilla si es necesario.
Valientes son los misioneros que arremangados, pero siempre con la cruz colgada del cuello, llevan su fe a todos los rincones de la tierra, arriesgando su vida.
Valientes son las Juntas de Gobierno que dan la cara por su Hermandad delante de personas de todo rango y condición, y que no se lo ponemos fácil. Y no solo hablo de Los Gitanos.
Yo rezo todos los días, antes de acostarme. Tampoco es nada meritorio siendo católico. Cuento el motivo: Hace tiempo, no mucho, me pidieron que firmara en un papel, con mi nombre y apellidos, (quien que nada esconde, nada teme), que rezaría todos los días antes de acostarme, un mismo rezo. Así contado puede parecer una simpleza destinada a niños pequeños. A mí me pareció bien hacerlo. He escrito con anterioridad que me gusta tener normas y cumplirlas y claro, presumo de cumplir mi palabra. Evidentemente nadie ha venido a reclamarme eso que firmé, está en mi conciencia, que es la que me deja dormir. Simplemente fue un pequeño acto para ponerme ante el espejo. A fe que se la oración de memoria hace meses, tan verídico como cierto.
“QUE PUEDES HACER TÚ POR TÚ”, que buena frase, que vigente sigue. Ahora que parece que me leen, aplíquenselo, pero que les cueste, no desde la comodidad de un anonimato o sentados viendo el móvil, dando la cara y el callo. Me permitiré este lujo de decirlo tan claramente, mientras yo me lo siga aplicando. “si es así, que el Señor me premie, si no, que me lo demande”. Con Él ya voy rindiendo cuentas.
Para terminar, que me pongo muy pesado. Animo que no aconsejo, a que apoyen a sus Hermandades, a sus Juntas de Gobierno, a sus Párrocos y por su puesto al tesoro que son sus hermanos. “Nada mejor que el hermano que tienes a tu lado. A.F”. Y si es posible, aunque les cueste, acudan a las Misas que organiza su Hermandad (Cofradía, Congregación, etc.). Den testimonio: «por sus actos les conoceréis«. Creo que se esto último se entiende cristalino, sin tener que dar más explicaciones, ni tener que volver a enviar whatsapp, que vete tu a saber luego donde terminan.
Carlos Elipe Pérez.
_______________________________________________
[1] WIKIPEDIA (fácil de encontrar): Herbert Marshall McLuhan Edmonton, 21 de julio de 1911-Toronto, 31 de diciembre de 1980) fue un filósofo, erudito, sociólogo de la comunicación y profesor de literatura canadiense.
Profesor de literatura inglesa, crítica literaria y teoría de la comunicación, McLuhan es reconocido como uno de los fundadores de los estudios sobre los medios, y ha pasado a la posteridad como uno de los grandes visionarios de la presente y futura sociedad de la información. Hacia finales de la década de 1960 y principios de los años 1970, McLuhan acuñó el término «aldea global» para describir la interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.