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POR EL SEÑOR DE MADRID
La Archicofradía de Medinaceli ha cambiado de Vicehermano mayor.
En cualquier ciudad española este hecho habría ocasionado abundantes noticias en la prensa local. En Madrid, no.
Cosas de nuestra capital, en la que las secciones locales de los grandes diarios son deprimentes titulares de sucesos. En Madrid pasan muchas cosas, pero no sé por qué, siempre sobresalen las negativas sobre las positivas…quizás sea porque una buena noticia, no es una noticia.
Tenemos que pensar sobre ello…
Solo Medinaceli serviría para justificar nuestra semana santa como una de las más grandes de España. Hay más hermandades en la villa y corte, afortunadamente, pero dudo mucho de que en la piel de toro haya alguna comparable a ella.
No quiero hacer una comparativa como las que se hacen en las redes sociales: cuál es la más antigua, la que más nazarenos lleva, la que carga un paso más grande, la que tiene más anderos… no es eso.
La grandeza de Medinaceli hay que medirla un viernes normal. O un viernes de cuaresma. O el primer viernes de marzo.
Allí es cuando la Archicofradía, madre de todas las hermandades que veneran al nazareno de Medinaceli, demuestra la grandiosidad de la devoción a esta portentosa talla.
Manuel Torrijos ha dejado el cargo que ha ejercido en los últimos seis años logrando un hecho histórico: poner en la calle a Jesús en su histórico trono, restaurado, pero a hombros de sus anderos.
Para muchas personas del mundillo cofradiero de la capital, esa era una espinita que Medinaceli tenía clavada, aunque no todo el mundo pensara de esa manera.
Conocí a Manolo, como le llamábamos todos, hace pocos años cuando pidió que la Lira de Pozuelo acompañara a la imagen. No sabía yo, en aquel momento, todo lo que vendría unos años después…
Tras saludarnos en la puerta de la basílica, la conversación continuó en el Cervantes trasegando Riojas y lo primero que le preguntamos fue precisamente por eso: ¿Cuándo saldría Jesús en hombros?.
Manolo ya lo tenía casi todo atado y esta primavera, justo antes de finalizar sus seis años de mandato, el Señor de Madrid demostró que era más Señor de Madrid que nunca.
Aunque la amenaza de agua era grande (más que una amenaza, era un profecía) Jesús salió a la calle meciéndose glorioso y solemne, para recogerse antes de que el buen Dios bendijera los campos con su lluvia.
Yo, que venía de pregonar el evento unos pocos días antes, le vi salir pegadito a la jamba de la puerta y le seguí de cerca todo el recorrido.
¿Qué quieren que les diga…? la magnífica estampa del Nazareno en la cima de su trono dorado desafiando los nubarrones en la Carrera de San Jerónimo me pareció, sencillamente, épica.
Fueron dos horas en la calle, nada más, pero… ¡que dos horas, Señor!
Tras 74 años saliendo con ruedas, aquello fue la última edición de ese dicho castizo: de Madrid…al cielo.
Salir de procesión ese viernes santo fue una apuesta arriesgada, pero había que hacerla. No solo por la certeza de lluvia, si no por que la Villa y Corte nunca antes había puesto en la calle un paso de esa monumental envergadura.
Y no voy a decir que todo saliera a la perfección, ni mucho menos, pero en esa primera vez no había falta que no fuera perdonable ni pecado que no mereciera misericordia.
El Señor visitó a su pueblo con la dignidad y grandeza que El merece. Fue un gran trabajo de capataces, contraguías y anderos, de esos hombres y mujeres de trono que ese día hicieron llorar a Madrid.
Ahora es el tiempo de Miguel Angel Izquierdo Mota como Vicehermano Mayor, que conoce bien la Archicofradía, como hay que conocerla, desde dentro y por abajo.
La renovación es la vida de todas las instituciones y por muy conservadoras que sean las hermandades, también en ellas es necesaria. Hablaré de eso el mes que viene, pero para acabar estas líneas, solo me queda saludar a la nueva junta de gobierno y desearle lo mejor.
Medinaceli es muy importante para Madrid y ahora está en una encrucijada vital. Si lo quiere seguir siendo, tendrá que abordar algunos cambios.
Arrimo mi hombro por esa causa. Por el Rescatado. Por el Señor de Madrid.
Juanjo Granizo.