Llegó, como llega siempre, como Madrid espera. Llegó ese viernes de los dolores, ahora sí, verdadero pórtico de la Semana Santa.
Todavía resuenan los ecos del último de los pregones, el de Los Alabarderos y los acordes finales de la Guardia Real en la Castrense y ya estamos metidos de lleno en ese viernes de los suspiros cuando se cuajan todas las esperanzas.
Ya llegó ese viernes de las prisas y los desvelos, de mirar al cielo buscando hasta el más leve rastro de cualquier nubecilla y de meterse entre pecho y espalda las últimas torrijas y pavías.
Pero por muy evocador que este viernes sea, no quería hablar de eso.
Miren ustedes lo que les voy a decir: que la Semana Santa no se acaba solo en el centro de la capital, donde salen una docena de hermandades con diecisiete pasos, si no me salen mal las cuentas.
Por los barrios y por los pueblos, también hay vida.
Veo, con alegría, como la Archidiócesis de Madrid ya ha publicado su folleto informativo (www.semanasanta.archimadrid.com) con una extensa información sobre esa otra Semana Santa de los barrios que pasa desapercibida al gran público que solo se fija en aquellas procesiones que están bajo el foco mediático de la televisión regional, que este año, por fin, parece que va a ampliar su cobertura con un mayor número de días, y va a salir por algunas de las ciudades de la Comunidad de Madrid.
Vamos progresando.
Aún así, sigue faltando información de las procesiones organizadas en los pueblos.
Como es lógico, el obispado de Madrid se ocupa de su diócesis, pero las de Alcalá y Getafe tienen mucho que decir.
Si nos vamos fuera de la capital la lista de pueblos con procesiones de relevancia es apreciable: El Escorial, Aranjuez, Parla, Galapagar, Torrelaguna, Alcorcón, Ajalvir, el barrio de la Fortuna de Leganés…por poner solo unos pocos ejemplos, aunque es obligado destacar una: la de Alcalá de Henares que hace honor a ser la segunda ciudad de la Comunidad con una Semana Santa más que recomendable.
Pero volvamos a la Villa y Corte.
Este Viernes de Dolores el Madrid Nazareno se estrena por el sureste, en las afueras que delimitan el exterior de la M30, con la Estrella en el Ensanche de Vallecas y el Cristo de Fe y el Perdón, en el Puente de Vallecas.
Hay vida cofrade en Delicias y en el barrio de Salamanca, donde el Divino Cautivo volverá a salir por sus calles. La Hermandad Calasancia, por su vinculación con este colegio, tiene una magnífica talla de un cautivo, esa devoción tan querida en Madrid, obra de Mariano Benlliure. Ni más ni menos.
Y la hay en aquellos “distritos” de Madrid, me niego a decir barrios, que por siglos fueron pueblos independientes en el alfoz de la capital y que la maquinaria política del franquismo centralista engulló, lo que ha contribuido y mucho a desdibujar su personalidad y su historia.
Hay mucha vida cofrade en Barajas, la hay en Villaverde, en Fuencarral, la hay en mi querido Carabanchel, donde estudié la carrera. Todas ellos son ejemplos que han tenido coraje y valor para llegar hasta nuestros días.
De los que se quedaron por el camino, alguien debería hacerles justicia, escribiendo su historia.
Hay que reconocer a todas estas hermandades y parroquias su importancia en mantener viva la llama de sus tradiciones.
Siempre con pocos medios, cargando con la cruz de ser las periferias, a menudo sufriendo la incomprensión de vecinos y autoridades. Su mérito es enorme. Que me perdonen si alguna he dejado en el tintero, pero a todos ellos van dedicadas estas líneas.
Empieza la Semana Santa. Que lo haga con respeto y en paz para los que procesionan y los que no, para los grandes y los pequeños, los de Madrid y sus pueblos, los de barrio y los del centro.
El Señor resucitará el Domingo de Pascua para todos.
En muchos pueblos ese domingo saldrán los sepulcros y las urnas vacías. Habrá Vírgenes vestidas de blanco que se encontrarán en sus plazas con Cristos radiantes de gloria
Esa estampa alegre, verdadero y único sentido de la Semana Santa Cristiana, Madrid no la verá.
A Madrid le falta por escribir ese capítulo final del drama que empezará el Domingo de Ramos cuando la Borriquita del Amor salga de la Catedral y que Madrid contará a su manera, paso a paso.
Con Jesús flagelado, Cautivo y amarrado, cargando con la cruz y caído bajo su peso. Crucificado primero y colgando del madero cuando esté muerto, yaciendo frío y rígido camino del sepulcro.
Al evangelio según Madrid le faltan unos versos. Ahí lo dejo.
Y que el tiempo nos acompañe, si es providencia del Señor.
Juanjo Granizo.