CHOVENDO MOITO por Carlos Elipe Pérez

 

   La misericordia del Señor es infinita. Su providencia es la clave de la vida de un cofrade/cristiano como yo. Y no es la primera vez que lo explico en esta web; a mí, dejarme llevar por la esa Providencia Divina me encaja todas las piezas cada día, me cierra el círculo de vida, donde nuestra máxima diaria como católicos, hombres de fe y buena voluntad, de “tratar a los demás como quieras que te traten” se hace mucho más presente, palpable y necesario.

   La vida, a diario, me da más de lo que necesito, y soy yo, somos nosotros, los que demasiadas veces cegados por nuestra particular miopía para vivir dentro de la sociedad mediocre en la que desarrollamos nuestra existencia terrenal, la que nos hace creer lo contrario. A mí me pasa, que tire la primera piedra quien esté libre de pecado.

   Imbuido, inmerso de lleno en esa miopía y mediocridad, inicié un viaje de trabajo, de los muchos que hago por mi azarosa actividad profesional, una desapacible mañana de primavera, de esas donde mayo…marcea, ya que recordad lo mucho que mayeó en marzo 2019.

   Y digo mañana, por no decir madrugada; ya que embarcarse en un vuelo a la cuidad olívica a las 6:00 am, supone para un madrileño urbanita como es mi caso, salir a la calle a las 5 y pico de la madrugada. A la hora que sonó el despertador esa madrugada, es mejor no recordarla.

   En ese plan de viaje, donde siempre hay mucho trabajo y mal pagado, sin estar del todo recuperado de los achaques recientemente sufridos, se añadiría un vuelo lleno de turbulencias, saltos y sobresaltos y una recepción del territorio a prospectar, muy a la gallega, “Chovendo moito, pero moito”.

   Remató el caldo de cultivo para pensar que tendría un día más que gris la primera llamada del día; malas noticias recién aterrizado, antes de las 8 ya tenía malas noticias antes de empezar….

   Lo reconozco, me dieron ganas de llorar. Me sentía un hombre abatido, superado por la vida que siempre he querido vivir. Será que pinto canas.

   Como sería mi cara, mi expresión corporal y mi lastimera conversación con las dos personas que me atendían tras el mostrador de un alquiler de coches, que estás, se apiadaron, creo incluso sintieron lastima por mi y en un acto de compasión y generosidad sin precedentes, y mira que he alquilado coches en ese aeropuerto….. me trataron, como debe tratar un cristiano a otro en debilidad, como a ellas les gustaría las tratasen y con una sonrisa casi angelical me regalaron un: “vamos a intentar alegrarte un poco el día y te vamos a dejar este coche…. en lugar del que tienes reservado”. y menudo coche……..

   No supe que decir, más allá que dar las gracias, de corazón varías veces. Yo sin palabras, queda todo dicho.

   Y aquí, tras tanta literatura, entra de soslayo mi vida cofrade.

   Que les podía regalar de mí, como recuerdo y agradecimiento de manera improvisada.

   Saqué de la cartera para regalársela una de las muchas estampitas que llevo siempre encima, en este caso la de mi venerada, Madre y Señora del Monte Carmelo, mi virgencita del Carmen, la que sale a ver su Madrid, por la puerta de la calle Salud cada mes de julio, a la que tanto quiero como gitanito madrileño que soy.

   Sin darles más explicaciones de quien soy y de donde salia esa estampita, sin postureos ni fotografías innecesarias en mis redes sociales, me despedí diciéndoles: “que Ella os cuide siempre como lo hace conmigo”.

 

    Y si, alegraron mí mañana y mejor aún, mejoraron mis condiciones de trabajo en los días que duró el viaje. Creedme si os digo que sentí la providencia hacerse en mi, y me deje llevar. Desde ese momento todo fue a mejor… a mucho mejor…. , que viaje más bueno.

   Terminado el trabajo, acabado el viaje, regresé a ese mostrador a devolver el coche, sano y salvo.

   Que sorpresa más agradable. La primera frase tras verme: “¿Le ayudó a mejorar el día, el cambio que le hicimos? Nosotros hemos puesto dentro, a la vista, la estampita que nos regaló” …. no hay más que contar.

   Pese a mi presencia constante en la vida pública, con esta web y con las redes sociales que la secundan, no creo que sea necesario retransmitir en directo donde estoy y lo que hago, como si a los demás les importara. Escribí este relato, hace un par de meses, en el vuelo de regreso, tranquilo y sosegado, que me devolvía a casa, terminado el viaje de trabajo, con una sonrisa dibujada en la cara mientras recordaba y tecleaba a toda velocidad, para pasar a negro sobre blanco, los días que acabada de vivir, sin saber si ese texto, como otros muchos que escribo, vería la luz algún día.

   Hoy, pese a lo íntimo y personal del relato, completamente verídico, dejando pasar un tiempo prudencial de reposo, tras repasarlo, me he dado cuenta que esta manera de tratar a los demás como quieres que te traten, como hicieron conmigo, no solo merecía ser escrita, si no contada, para ser recordada, para recordarme siempre a mi mismo cuando lo vuelva a leer que, vivir en la fe, en las manos de la providencia, es de lo mejor que me puede pasar, sobre todo cuando crea que está superándome la vida, desde una mirada siempre miope y ciertamente mediocre.

Carlos Elipe Pérez

 

Pd. Mi agradecimiento al personal de “SIXT rent a car” del aeropuerto de Vigo, que tan bien me trataron y me tratan cada vez que voy, haciendo siempre honor a lema de la ciudad, “Fiel, Leal, Valerosa y Siempre Benéfica”.

 

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