Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma.
Una Cuaresma muy especial. No será la misma del año pasado, que aún fue peor, donde todos tenemos en nuestra memoria al Papa Francisco en soledad desde la Plaza de San Pedro, y donde desde nuestros hogares vimos la impotencia de no poder asistir a los oficios de la Semana Santa. Pero este año, aunque no podemos vivirla como nos gustaría, al menos en las parroquias, de momento, parece que se podrá participar de las celebraciones del Triduo Pascual.
Dolor e impotencia eso sí, de que nuestros pasos no puedan salir a la calle.
Desde niño y luego como sacerdote y párroco de San Andrés Apóstol de Villaverde, con un corazón cófrade, siempre he acompañado la imagen de Nuestra Señora la Virgen de la Soledad que procesiona el Jueves y Viernes Santo y también al Cristo de la Misericordia de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santísima Virgen de la Soledad de Villaverde Alto.
Este año, será diferente, pero será intenso. Lo viviremos desde los templos, desde las capillas, desde las sedes de cada hermandad, pasaremos a ver la cara de nuestro Señor crucificado, o el Santo entierro. Miraremos con dolor de hijos, el rostro apenado de nuestra madre, María Santísima de la Soledad. Y a ella le abriremos nuestras manos y nuestro corazón, deseando que interceda por nosotros para que pronto pase esta pandemia.
Es un tiempo de fortalecer nuestra fe en la debilidad, es un tiempo de mirar a la Virgen y a su Hijo Jesucristo en los miles de pasos de nuestra geografía española, y pedir con fe, que aumente nuestra fe, que no enfriemos nuestro corazón ni nuestro espíritu cofrade.
Que en las celebraciones del Jueves Santo y del Viernes Santo, acompañemos al Señor en su Pasión y en su muerte, y que vigilantes con María, celebremos con gozo la gran Vigilia Pascual, donde la luz es más fuerte que la noche. Donde la fe es más grande que la pandemia, donde la confianza que el próximo año nuestras hermandades podrán salir a nuestras calles y a nuestros pueblos.
Demos gracias a Dios por lo mucho que nos cuida y por lo mucho que nos regala cada día, y por la gran familia cofrade que todos llevamos dentro y nos ayudan en momentos de debilidad a sentirnos familia.
Jesús Yébenes. Párroco del Santísimo Cristo del Amor de Madrid.
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Jesús Yébenes García. Nacido en Villaverde Alto, Madrid. Es ordenado sacerdote en el año 2000. Tras ello ha sido 4 años sacerdote en la Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados, 12 años Párroco en San Andrés Apóstol, 1 año sacerdote en la Parroquia de San Eulogio. En la actualidad y desde 2020 es Arcipreste en la Parroquia del Santísimo Cristo del Amor.
Pertenece a la nómina de hermanos de la Hermandad de la Virgen del Carmen de Villaverde.