“Si la primera etapa de toda verdadera curación interior es acoger la propia historia, es decir, hacer espacio dentro de nosotros mismos incluso para lo que no hemos elegido en nuestra vida, necesitamos añadir otra característica importante: la valentía creativa. Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener.”
(Carta Apostólica ‘Patris Corde’, del Santo Padre Francisco, con motivo del 150º aniversario del patronazgo de San José sobre la Iglesia Universal).
Escribo rodeado de luces y adornos navideños, a los pies del misterio que lleva acompañando las navidades de mi familia durante décadas. Escribo con una taza de café al lado, en un escenario que bien podría aparecer en una película navideña de Netflix; escribo sobre una hoja en blanco acerca de otra hoja en blanco: el futuro.
He querido comenzar con un fragmento de la Carta Apostólica ‘Patris Corde’, concretamente con las líneas que dan comienzo a la reflexión del Santo Padre sobre la valentía creativa de San José. ¿Y por qué San José? Porque nos pilla lejos. Los cofrades no estamos acostumbrados a acogernos a la figura de San José, porque no le vemos, a veces parece que lo que no sube a un paso no existe para nosotros, y nada más lejos de la realidad.
La persona de San José se nos antoja a los cofrades tan lejana como, y fíjense bien en lo que voy a decir, un paso en la calle. No sabemos cuándo, ni de qué manera volveremos a ver bailar unas bambalinas, o escucharemos un rachear de zapatillas; no sabemos nada del futuro como San José tampoco supo. Quizá estamos esperando que todo nos lo solucione el mundo de los sueños, como hizo con él, quizá estamos barajando inconscientemente dos opciones: despertar de la pesadilla o que Dios mismo nos diga qué hacer. Pero hemos de bajar a la realidad más dura, al último escenario que quisiéramos contemplar.
La realidad: 2021 volverá a ser un año sin pasos en la calle.
Me remito a las palabras del Papa: hemos de “acoger la propia historia”, hacer nuestra una realidad que nos duele y que no podemos cambiar. Solamente a partir de ahí seremos capaces de confiar plenamente en la Divina Providencia y no permitir que la vida cofrade se pare por completo. Asumamos la realidad, analicemos sus necesidades y actuemos en consecuencia, la vida ha cambiado para todos, al menos de momento, y también para los cofrades.
La valentía creativa de San José tiene que ser también la nuestra, una vez asimilada la realidad, avancemos y creemos un nuevo mundo de posibilidades. Se necesitan cofradías con una acción social arrolladora, se necesitan distribuidores de Esperanza, necesitamos que la gente no deje de creer ahora más que nunca; y ya no podemos conseguirlo con un paso en la calle, sino con unas manos cofrades que ayudan, un teclado o una cámara web que acompañan; nos ha tocado salir a la calle de otra forma. Llevamos años siendo los pies del Señor, seamos ahora los brazos que abrazan hasta a distancia.
El amor es creativo.
¿Cómo será el año que viene? Y yo qué sé. No sé si mañana dormiré en mi cama o en la de una habitación de hospital, tampoco si en Navidad podré cenar con familia más allá de la conviviente. Solo tengo una certeza, y es que el Señor en su Gran Poder estará. ¿Y para qué más? La próxima vez que salgamos a la calle no estaremos todos, ya es imposible, pero estará Él, y en su Presencia estarán todos los que ahora nos faltan.
Para terminar, deténganse en la foto de cabecera de este artículo, mírenla bien y tengan Esperanza. Si fue posible ver a Jesús Eucaristía frente al rostro del Gran Poder en la calle, en plena pandemia; son posibles muchas cosas.
Acojan la realidad, sean creativos, tengan Esperanza.
Ángel Ruiz
Foto de Portada. Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. www.gran-poder.es/
